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A escondidas por Sevilla (VIII)
Sevilla/Aunque hace más de medio siglo que las impresionantes canteras de Gerena dejaron de surtir de material a obras de toda España, en el pueblo todo parece girar en torno a ellas, ya sea por la enorme cantidad de calles adoquinadas o por el monumento natural que ha quedado para visitas de todo aquel que quiera ver de cerca la génesis de obras como Itálica o muchas calles del centro de Sevilla.
Por qué el mundo se fijó en las canteras de Gerena como referente de calidad de sus piedras es un misterio, igual que incluso el nombre de este pueblo, ya en torno al mismo hay sobre todo teorías, porque ningún dato epigráfico o literario atestigua topónimo alguno relacionado con el lugar.
Hay referencias como en el Cancionero de Baena donde se recoge la obra del poeta local Garcí Ferrandes de Jerena, o grabados del siglo XVI donde aparece Ierenna/Jerenna. Pero hasta ahí.
Misterios aparte, la historia ha dejado en Gerena las huellas de muchas civilizaciones, e incluso rarezas mitad arquitectura mitad religión, como la Basílica Paleocristiana, de la que desgraciadamente solo queda la planta, aparte de que, pandemias aparte, queda mucho por trabajar para que los circuitos turísticos la incluyan en sus listados para que sea visitada como merece su historia. Muy cerca están parte de sus antiguas canteras, de modo que en pocos metros la historia ha dejado muchas huellas dignas de ver.
Pasando por distintas etapas históricos, en el siglo XIX la villa recupere su independencia municipal, y, con una población de entorno a 3.000 habitantes, se enfrenta, como el resto de España a una grave crisis económica, pero es el momento en el que vuelven a tener protagonismo sus canteras de granito, que seguirá siendo la principal fuente de riqueza en la primera mitad del siglo XX, y traerá prosperidad al municipio que aumenta su población hasta los 4.000 habitantes.
La economía de buena parte de la comarca dependía entonces de Gerena, llegando a contar incluso con ferrocarril, lo que se une a que las obras de la Exposición Iberoamericana de 1929 hacen que las canteras produzcan a todo ritmo, y la riqueza en el pueblo se nota.
Pero con el tiempo, el trabajo del granito dejó de ser rentable por el alto coste de la extracción a causa de la dureza de la piedra de Gerena, y a economía local tiene que buscar nuevos horizontes, con lo que el pueblo comienza a vivir de la agricultura y de los servicios, al haber desaparecido casi en su totalidad el trabajo en las canteras.
Es el momento de buscar nuevos horizontes laborales, y en una provincia de Sevilla donde la capital comenzaba a atraer a gente de todo el país, la población de Gerena comienza poco a poco a aumentar, aunque de forma estable.
Sí es cierto que el auge de comarcas como el Aljarafe como ciudades dormitorio en las últimas décadas ha potenciado el papel también de Gerena en ese sentido, con muchas personas que se han mudado al pueblo atraídas por la tranquilidad de un pueblo con todos los servicios necesarios, sin masificación, donde el problema de la falta de aparcamientos no existe y con el Puente del Alamillo a solo 10 minutos de autopista.
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