Morón Base por altura

Primera visita de Felipe VI como rey a la base aérea de Morón a la que fue de Príncipe l Subió a un P-3 como el que participa en una misión contra la piratería

El rey Felipe VI visita la base de Morón de la Frontera
El rey Felipe VI visita la base de Morón de la Frontera / Antonio Pizarro

Una mañana muy bien aprovechada. En su primera visita como jefe del Estado a la base aérea de Morón –la visitó como Príncipe hace diez años para pilotar uno de los Eurofighter–, el rey Felipe VI conoció ayer sobre el terreno la enorme potencialidad de un aeródromo con casi ocho décadas de historia. El monarca, precedido por su séquito, fue el undécimo en bajar poco antes de las diez de la mañana del avión Falcon del Ejército del Aire con el Reino de España en su fuselaje. La Agrupación de Tablada interpretó el himno de España y las tropas le rindieron honores mientras les pasaba revista.

En la pista de la base de Morón, las dos joyas de la corona de este punto estratégico de la defensa internacional: dos Eurofighter y un P-3, ingenios de la aeronáutica que centraron el recorrido del monarca por las instalaciones. Los tres primeros C-16 (Eurofighter) llegaron en mayo de 2004. En la actualidad, Morón cuenta con unas cuarenta unidades. El 3 de septiembre regresaron los aviones que desde el 26 de abril participaron en la base lituana de Siauliai en una misión de la Policía Aérea de los Países Bálticos. Morón se turna con la base de Albacete en los operativos de estos aviones, aunque la base sevillana es la única que tiene una unidad de instrucción para la formación de pilotos.

España participa con Alemania Inglaterra e Italia en este proyecto de un avión. Cada país ensambla sus unidades. Los de Morón han sido fabricados en Getafe. Países como Austria, Omán, Qatar o Corea del Sur han adquirido aviones de este tipo. El Ala 11 es la organización nodriza de los dos tipos de aviones. Tiene como lema Vista, Suerte y al Toro, frase que atribuyen al piloto García Morato, uno de los tres evocados en la simbología ornitológica de estos aparatos: la avutarda, el halcón y el mirlo.

La denominación de Ala 11 llegó a Morón al cerrarse la base aérea de Manises, en Valencia. El rey Felipe VI visitó el Centro de Instrucción donde se instruyen los pilotos; visitó los simuladores de vuelo, únicos existentes en todo el territorio nacional; y después en otra pista de la base subió a la cabina de un imponente P-3, un avión con cuatro hélices polivalente, ideal para la patrulla y el reconocimiento. Pertenece al Grupo 22, que mantiene un destacamento en el cuerno de África (Yibuti). Este avión sobrevuela espacios marítimos del Mar Rojo y el Golfo de Adén en lalucha contra la piratería y el tráfico de personas. El Grupo 22 llegó a Morón desde la desaparecida base aérea de Jerez. Su avión insignia era el Albatros. En 1973 llegan los primeros P-3 por las tres estrellas de la constelación Orión. Quince años después, se adquieren cinco aviones Bravo a Noruega. La música de sus motores acompañó la visita del jefe del Estado. Según informan militares de la base, es un avión que ha dejado de fabricarse y la intención es que en un futuro no muy lejano lo sustituya el A 400-M que se hace en Sevilla.

Entre 1956 y 1959, año éste de la visita a España del presidente de Estados Unidos Ike Eisenhower, se crea el Ala de Bombardeo Ligero número 7 y el Ala de Caza número 5. Con los adelantos tecnológicos que han revolucionado la aeronáutica, son los dos parámetros que siguen funcionando a la hora de definir las características de los aviones que salen de la base de Morón.

Al rey Felipe VI lo acompañaron en su visita el jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire, teniente general Javier Salto Martínez-Avial, y el jefe de la Unidad de la Base Aérea de Morón, coronel Carlos Pérez Martínez. En la sala de reuniones Saeta, la prensa fue objeto de un refrigerio y de una explicación sinóptica de la base a cargo del sargento primero Carlos Miñana, que ofreció abundante información sobre la historia de la base y su actual relevancia geoestratégica.

La coexistencia con la base norteamericana es cotidiana. Se ve en el mestizaje de algunos carteles: Welcome to Morón Air Base. Matrimonio bien avenido. El 10 de febrero de 2017 los C-16 se desplazaron a la Base Aérea de Nellis, Estados Unidos, para participar por vez primera en el ejercicio Red Flag (Bandera Roja).

En la base aérea de Morón trabajan en la actualidad 3.200 personas, de las cuales 2.630 son personal militar (1800 españoles, 830 norteamericanos) y 600 de personal civil funcionario y contratado (150 españoles, 450 de Estados Unidos). De tal forma que los anfitriones casi duplican a sus huéspedes en personal militar, pero éstos los triplican en personal civil y de oficinas.

Antes de fotografiarse con todo el destacamento, nuevamente ante los Eurofighter y el P-3, los aviones que han estado en el Báltico y el gemelo del que sigue en el Índico, el rey Felipe VI visitó el Segundo Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo. Recibe ese nombre porque el primero está en Zaragoza. Se trata de una unidad capaz de desplazarse a un territorio y garantizar la protección de las unidades aéreas desplegadas y el transporte aéreo. Un total de 123 efectivos, todos presentes salvo los que se encuentran en las diferentes misiones de apoyo.

Nulli Secundus. Nunca segundos. Es el lema de esta unidad que mostró todas sus posibilidades de actuación al jefe del Estado, que lucía atuendo del Ejército del Aire. El Rey se detuvo ante las dos mujeres soldados que entrenan a dos perros detectores de explosivos. Mona es de la raza belga malinois y Brau pastor checo. “También contamos con perros detectores de drogas”, decía una de las dos militares, que departieron con el monarca. También se interesó por el soldado que lucía un guillie, un espectacular camuflaje para situaciones de combate. Tiendas de campaña convencionales, otras tipo iglú y tipo jaima para adaptarse a todas las circunstancias. El Ángel Guardián es un dispositivo que según señala su manual de instrucciones no le afecta el viento ni hay posibilidad de evitar su impacto.

Cuando salió de probar los simuladores, el rey Felipe VI se fotografió con los periodistas que fueron a la base a cubrir su histórica visita. El Rey que la visitó como Príncipe se debía sentir como El Principito de Saint-Exupery a bordo del P-3 que surca los mares que navegó Magallanes.

En el dossier de prensa se destaca que la base aérea es el motor económico de una comarca formada por los cuatro municipios colindantes con la misma: Utrera (53.000 habitantes), Morón de la Frontera (30.000), Arahal (20.000) y El Coronil (4.800). Municipios cuyos topónimos aparecen en las señales de tráfico del exterior y que están gobernados respectivamente por dos alcaldes socialistas, uno de Izquierda Unida y una alcaldesa de Gamemos (Podemos) El Coronil. Un hábitat del mapa de Fernando Villalón en el que coexistieron alcaldes singulares como el conde de la Maza o Diego Cañamero.

En este triángulo del compromiso internacional contra los malos –libertad, seguridad, cooperación–, el área, como en todos los triángulos, se calcula multiplicando base por altura. La base de una unidad clave en la historia de la aviación, la altura de un monarca de altos vuelos y más altas miras. Se fotografió con la tropa, que antes de romper filas le obsequió con una ovación.

Al final, ya sin luz ni taquígrafos, el Rey se trasladó al Pabellón de Oficiales donde tuvo lugar una recepción a la que asistió la consejera de Justicia e Interior, Rosa Aguilar. Han cambiado muchas cosas en la base de Morón. La oficina de la constructora es ahora un halconero, una reserva cinegética. Pero en líneas generales el espíritu es el mismo. Sin guerra fría, sin Pacto de Varsovia, sin muro de Berlín, son otros los adversarios y un patrimonio común que defender. Un viernes después de visitar en Dos Hermanas la nueva planta de Ybarra, Felipe VI volvía a Sevilla. Este rey es un buen nieto de doña María.

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