Felipe VI recibe un baño de multitudes en Lebrija
El Rey ha visitado el Ayuntamiento y ha saludado a cientos de vecinos, para reunirse después con distintos representantes de la sociedad civil lebrijana
Acude a la Balsa Melendo, donde comprueba la sequía que sufre el campo andaluz
Las monjas concepcionistas lo obsequian con un típico dulce de almendras
Una moneda de plata por el V Centenario de la muerte de Antonio de Nebrija
Nebrija: ¿Cuáles fueron sus grandes aportaciones a la Lengua Española?
"¡Felipe, Felipe!". Es el grito unísono que se escucha este miércoles en Lebrija, municipio sevillano del Bajo Guadalquivir que vive una jornada sin precedentes. Por primera vez en su historia -al menos desde que se tenga constancia- un Rey recorre sus calles. Lo hace entre el clamor de vecinos que no han querido perderse la visita de Felipe VI a la localidad natal de Elio Antonio de Nebrija, autor de la primera gramática española y de cuya muerte se cumplen cinco siglos. Una efeméride redonda que ha situado a Lebrija en el plano cultural internacional.
Precisamente la estatua de este lebrijano es la primera parada de don Felipe, quien a las 11:29 ha llegado a una Plaza de España colmatada de público desde el amanecer. Las banderas rojigualdas y de la localidad (blancas y celestes) adornan un centro histórico donde no faltan gallardetes y reposteros. Para situarse en primera fila, junto a las vallas que delimitan el perímetro de seguridad, se ha tenido que madrugar. Algunas lebrijanas están en ayunas para ver al Rey. "Me he venido a las 7:30, sin desayunar para coger buen sitio y verlo", asegura una de ellas.
La abstinencia alimenticia obtiene su recompensa. Felipe VI saluda a un buen número de asistentes, a los que da la mano, incluso firma en las banderas españolas que exhiben. Entre el público hay lebrijanos de todas las edades: desde pensionistas a amas de casas, trabajadores en días de asueto y menores que no han asistido a clase. Uno de ellos es Alberto García, alumno del IES Bajo Guadalquivir, quien agradece que el Rey acuda al municipio como reconocimiento "a los muchos lebrijanos que han hecho historia". Alberto trae bien aprendida la lección. Recuerda a todos los paisanos ilustres. Además de a Nebrija, cita al navegante Juan Antonio de Solís, "que descubrió el Río de la Plata", o al director de teatro Juan Bernabé, sin olvidar al cantaor Juan Peña El Lebrijano.
La anécdota de la altura
A don Felipe lo acompaña el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska. Lo reciben el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, a quien también han vitoreado con el grito de "¡presidente, presidente!"; y el alcalde de Lebrija, Pepe Barroso, que le cede el bastón de mando de la localidad. El público, de inmediato, se percata de que por primera vez al Rey lo recibe alguien de su misma altura. El regidor lebrijano mide 1,98 metros. Entre los vecinos y periodistas hay porfías sobre quién es el que hace sombra. Por unos cuantos milímetros, gana Felipe VI.
El Rey recibe un baño de masas en su recorrido por la plaza, donde pasa cerca de la iglesia de Santa María de Jesús, en la que no falta a su entrada un párroco con sotana. Luego lo recibe la corporación municipal. En este momento el portavoz del PP lebrijano, Francisco Bellido, le recuerda al oído al jurista Juan Antonio Carrillo Salcedo, un morenense que guardó una estrecha relación con el monarca y que estuvo casado con una tía del concejal popular. Don Felipe tiene palabras de grato recuerdo para este referente en Derecho Internacional y que fue consultor suyo durante años.
Dedicatoria y regalos
Una vez dentro del Consistorio, Felipe VI contempla el retrato pintado de su bisabuelo, Alfonso XIII, quien goza de un gran reconocimiento en Lebrija, pues fue quien hace un siglo le concedió el título de ciudad. "Majestad, es Villa de Lebrija, no ciudad", le indicaron. "El Rey nunca se equivoca", fue la respuesta del entonces monarca. Don Felipe firma en el libro de visitas con una amplia dedicatoria en la que exalta la figura del gramático lebrijano, "el más ilustre y universal de sus hijos".
No faltan los presentes en estas histórica visita. El Ayuntamiento le entrega la placa conmemorativa del V Centenario de Nebrija. Por parte de las monjas concepcionistas franciscanas recibe un dulce de almendras que recrea un pastor con su rebaño, especialidad de la casa, los famosos borreguitos. Esta congregación religiosa se convierte en protagonista de la siguiente parada del Rey. En el Convento de la Purísima Concepción, a escasos metros del Ayuntamiento, las monjas de clausura, que elaboran las famosas coronillas, reciben a su majestad. Lo hacen con su hábito celeste y blanco y junto a una representación de las Hermanas de la Cruz, con presencia en Lebrija desde hace medio siglo. Las concepcionistas presumen de ser "coetáneas" de Nebrija, pues llevan más de 500 años en estas tierras.
Encuentro con la sociedad civil
La siguiente parada es la Casa de la Cultura, un majestuoso edificio. Se trata de la Antigua Cilla de Lebrija, donde esperan a don Felipe miembros de la comisión del V Centenario de Nebrija y una amplia representación de la sociedad civil de la ciudad, en la que no faltan empresarios, asociaciones de mujeres, de centros educativos, culturales y de peñas flamencas, debido a la importancia que tiene el cante jondo en el municipio. "El Rey no sólo quiere conocer la historia de Lebrija, sino también su realidad social, de ahí que mantenga este encuentro", aclaran desde la Casa Real. Don Felipe conversa con estos lebrijanos en un patio donde la principal nota de color la aporta una frondosa buganvilla.
En la calle, y pese al calor que ya aprieta, continúan los vítores. Allí se encuentra Ana Fernández, que acaba de estechar la mano del Rey y que ha decidido comprarle a su marido un traje igual al del monarca. "Es de raya diplomática y me ha gustado mucho. Le voy a comprar uno igual a mi marido para la próxima boda a la que estamos invitados", insiste esta lebrijana, quien lamenta que no lo haya acompañado doña Letizia. "Hubiera disfrutado mucho en Lebrija", apostilla.
Respaldo a los agricultores
La jornada acaba en la Balsa Melendo, una infraestructura hidraúlica a las afueras de la ciudad que se inauguró en 2003 y que fue construida por la comunidad de regantes Sector B-XIII. La visita del Rey supone un respaldo para el sector agrícola del Bajo Guadalquivir, especialmente perjudicado por la sequía que sufre el país. "La más dura en 25 años", afirma su gerente, Antonio Pantuso. La balsa, con una capacidad de ocho hectómetros cúbicos, está al 10% y de ella se surten mil regantes. El cultivo de tomate ha se ha visto seriamente perjudicado por la falta de lluvia, lo que ha mermado el número de contrataciones en la campaña actual.
Don Felipe abandona las instalaciones pasadas las 14:30. Lo hace por unos terrenos donde fácilmente se levanta polvareda por la falta de agua. La realidad agónica del campo andaluz.
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