Enoturismo en Lebrija: Una bodega con mucho cultura y patrimonio
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La empresaria Margarita Halcón relanza el turismo de vinos en Lebrija
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La búsqueda de nuevas experiencias turísticas unida a la necesidad de diversificar sus líneas de negocio, ha llevado a Bodegas Halcón a explorar el turismo del vino. Para ello, su propietaria, Margarita Halcón ha recuperado el legado cultural y vitivinícola del Marquesado de San Gil incluyendo, primero, sus caldos en la Denominación de Origen de Jerez y, poco después, digitalizando y adaptando las principales estancias de la bodega a presentaciones de productos, eventos culturales, literarios y actividades empresariales.
La casa bodega de San Gil, ahora Bodegas Halcón, tiene sus orígenes en 1711.En el siglo XIX la familia Diosdado realiza una profunda renovación a la usanza de las bodegas catedrales pasando posteriormente al Marquesado de Bertemati y en 1911, al linaje de San Gil.
La casa está inmersa en un proceso de cambio que Margarita Halcón, hija del Marqués de San Gil y la tercera de ochos hermanos, viene impulsando desde 2015: devolver a este espacio su esplendoroso pasado cultural. Personalidades del mundo de las letras como Pío Baroja, Fernando Villalón o Azorín frecuentaron la casa. También pasaron por aquí músicos, intelectuales y toreros de la época.
Todo comenzó tras el fallecimiento de los padres de Margarita. Su ausencia le llevó a acercarse al legado familiar que su bisabuelo el Marqués de San Gil había forjado con el paso del tiempo. Después de casi 30 años como responsable de calidad en una empresa familiar, asumió la propiedad de la casa sobre la que está construyendo un nuevo proyecto vinculado al turismo enológico y a la difusión del patrimonio cultural de Lebrija en el Bajo Guadalquivir de Sevilla.
Como contribución al quinto centenario de la muerte de Antonio de Nebrija, Bodegas Halcón expuso al público uno de los mejores retratos contemporáneos del autor de la primera Gramática española.
Inclusión en la DO de Jerez
Los inicios no fueron fáciles y Halcón tuvo que hacer frente a una importante inversión para reabrir la bodega que había permanecido cerrada un par de años. Lo primero fue incluir sus caldos en la Denominación de Origen jerezana siendo la primera bodega de Lebrija dentro del Consejo Regulador.
La segunda parte del proyecto, que lleva funcionando algo más de un año, se centró en recuperar las diferentes estancias de la casa en desuso como el lagar o las botas. "Las obras se retrasaron a raíz de la pandemia, pero finalmente hemos podido abrir al público estos espacios y la acogida ha sido buena", comenta Margarita Halcón.
En estos meses, ya se han realizado numerosas celebraciones, eventos culturales y empresariales, así como presentaciones de productos. “Mi intención es que las personas que nos visiten disfruten de un buen vino en la casa rodeados de la fragancia de los jardines, estancias singulares y tejados infinitos.
Apoyo del Grupo de Desarrollo Rural del Bajo Guadalquivir
Margarita explica que el mundo del vino es un arte que marida bien con cualquier otra expresión artística: música, literatura, pintura, etc. Y la casa bodega es el espacio idóneo donde tradición e innovación se dan la mano. "Las dependencias están equipadas con pantallas digitales y TIC lo que facilita el desarrollo de cualquier actividad", añade.
Para esta empresaria ha sido fundamental el apoyo y los fondos europeos LEADER que ha tramitado el Grupo de Desarrollo Rural Bajo Guadalquivir. “Sin su ayuda hubiera sido muy difícil acometer este proyecto”, confiesa.
Las ayudas LEADER están cofinanciadas por el FEADER de la Unión Europea y la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía.
La bodega, situada junto a la parroquia Santa María de la Oliva, es una de las arquitecturas más emblemáticas del patrimonio cultural de la localidad hispalense: su estructura a dos aguas y sus espléndidos arcos constituyen un marco inigualable para el envejecimiento y disfrute de sus vinos.
Entre sus dependencias destaca la sacristía compuesta por botas de roble americano donde se crían Amontillados muy viejos, Palo Cortado y Oloroso Viejo, entre otros.
El resto de espacios están relacionados con la elaboración del vino como lagares, tonelería, vinagreras, naves de bodegas y crianza, y otros lugares de funcionalidad variada como la vivienda privada, almazara, cuadras, zona de huerta y jardines cubiertos por las macetas típicas de alfarería de barro blanco de Lebrija.
Sus vinos han recibido numerosos reconocimientos en la provincia reflejo del esmero, dedicación y trabajo artesanal que guía su elaboración. “Es un proyecto importantísimo en mi vida, que he abordado con todo el cariño” concluye Halcón en este espacio singular del Bajo Guadalquivir donde vino y cultura maridan perfectamente.
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