¿Cómo te acercas a mí si tu hermano ha matado a mi cuñada?

El crimen de Pilas

La investigación apunta a un móvil sexual. El sospechoso contó a su hermano la misma versión que desmontó la Guardia Civil. Ya ha pasado a disposición judicial.

Minuto de silencio por la fallecida en Pilas.
Minuto de silencio por la fallecida en Pilas. / A. Pizarro
Texto: Fernando Pérez Ávila / Vídeos: Antonio Pizarro

13 de marzo 2017 - 12:45

Cuando un par de periodistas llamaron a la puerta de la casa de la familia Romay Reina, en la calle Dolores López Hernández de Pilas, se encontraron con una mujer joven que les miró con cierto recelo. En cuanto vio el micrófono de una reportera cerró la puerta, sin ni siquiera esperar a que los periodistas terminaran de presentarse. Los informadores hablaron entonces con una mujer que pasaba por la calle en dirección a su casa. "¿Conocía usted a Enrique?" "Sí, claro, de toda la vida. Nadie sabe qué ha podido pasar. Nunca ha sido un chico agresivo. Su familia vive ahí, llevan toda la vida aquí y nunca ha habido un problema...", decía la vecina, señalando la puerta de la vivienda del sospechoso del asesinato de Ana María Morales, cuya investigación apunta a un móvil sexual.

De la casa salió en ese momento un hombre que se dirigió a los periodistas. Se presentó como José Manuel, el hermano del detenido. "Mi familia está destrozada, pero no tenemos nada que ocultar. Puedo explicarles lo poco que sabemos. Yo visité a mi hermano en el consultorio, antes de que estuviera detenido. Estaba todo ensangrentado y me contó más o menos la versión que ustedes ya han escuchado". El hermano del sospechoso reiteró que Enrique -"aquí todos le conocemos como Enriquito"- le contó que había salido a coger espárragos por un olivar que frecuentaba, junto al camino de Santillán, cerca de su domicilio y al que acudía prácticamente a diario. "Allí vio una furgoneta blanca, con tres hombres y una mujer de procedencia rumana, que estaban violando a una mujer. Él se fue para ellos y les dijo 'hijos de puta, quitarse de encima'. Puso la mano y recibió un corte y luego le dieron con un palo en la cabeza".

El bar La Soledad, que regentaba la víctima.
El bar La Soledad, que regentaba la víctima. / Antonio Pizarro

Poco después de que le contara esto a su hermano, y también a la Guardia Civil, Enrique Romay Reina fue detenido como sospechoso del asesinato y este martes ha pasado a disposición judicial. Testigos presenciales han explicado que el detenido ha entrado en los juzgados de Sanlúcar la Mayor vigilado por varios agentes de la Guardia Civil y cubriéndose la cara con las manos.

Los investigadores desmontaron la versión de la furgoneta y creen que el crimen tuvo un móvil sexual. No descartan que el sospechoso agrediera sexualmente a la víctima y después la matara. Las heridas que sufría habrían sido causadas por la mujer, muy corpulenta, cuando intentaba defenderse. Los hechos ocurrieron sobre las ocho y media de la mañana del domingo en un olivar que seguía este lunes precintado por la Guardia Civil, y en el que permanecían algunos restos de ropa.

"Yo al principio le creí", dice el hermano del detenido. "Si a mí una persona me da una versión, yo la creo, no tengo por qué desconfiar de ella. Pero después hay cosas que no cuadran. Le hice varias preguntas a ver si podía sacarle algo. Le insistí en si conocía a los agresores. Me dijo que sí, que a uno de ellos sí. Le pregunté hacia dónde se fueron y él mantenía que cogieron la furgoneta y huyeron en dirección a Hinojos. La Guardia Civil me preguntó después y yo les dije lo que pienso. No pongo la mano en el fuego. Si ha cometido un delito, que lo pague, aunque sea mi hermano. Si no, que se practiquen todas las pruebas pertinentes".

José Manuel Romay insiste en que su hermano no es una persona agresiva, pero sí que tiene "mala bebida". "Es una persona que bebe, y si le dices una o dos palabras, se pone a llorar". Por eso piensa que ha podido tomar algo "que le haya hecho cambiar el chip". La investigación también apunta a que el sospechoso pasó la noche fuera de su casa y pudo consumir algunas sustancias estupefacientes. "Le ha tenido que pasar algo para hacer eso. Pero es algo que no sabemos. Si lo supiéramos, no nos importaría decirlo".

La tarde antes del crimen, los dos hermanos participaron en un ensayo de costaleros de la Borriquita. Cuando terminaron, Enrique se demoró limpiando el local y José Manuel regresó a su casa. Enrique llegó quince minutos después y le pidió un euro a su padre. "Mi padre se echó a reír. ¡Un euro! ¿Dónde vas a ir con tanto dinero?, le dijo. Dónde fue después, y si estuvo con alguien más, ya no lo sé".

Restos de ropa en el escenario de crimen.
Restos de ropa en el escenario de crimen. / Antonio Pizarro

Enrique Romay tuvo hace años un intento de suicidio. "Estaba agobiado. No tenía trabajo. Tampoco terminó los estudios. Ahora teníamos algún proyecto en mente", explica el hermano. Esos proyectos pasaban por sacarse el título de Secundaria y a partir de ahí buscar trabajo. Una opción era entrar en el Ejército, donde trabaja su hermano, destinado en Cerro Muriano tras pasar años en la Legión. "Ya hace tiempo que lo intentó, pero tenía reuma y mi padre se lo desaconsejó porque las pruebas físicas son muy exigentes". Añade que su familia lo está pasando muy mal y que quiere ponerse en contacto con la de la víctima. "No es justo que una persona tan buena como era esa mujer muera así".

Aún no había terminado de hablar con la prensa cuando a unos metros pasó una cuñada de la víctima. El hermano del detenido ni se lo pensó. "Rosario, perdona un momento, quería...", le dijo, disculpándose por un momento con los periodistas y dirigiéndose hacia la cuñada de Ana María Morales, que venía del minuto de silencio celebrado en las puertas del Ayuntamiento. "¿Cómo puedes acercarte a mí si tu hermano ha matado a mi cuñada? ¡Si ha dejado sola a mi sobrina! ¡No quiero que se acerquéis a mí! ¡No quiero!", le gritó la mujer, entre lágrimas. José Manuel Romay regresó a la puerta de su casa, cabizbajo y con las manos en los bolsillos. "Ésta es la repercusión que ha tenido esto, sin tener nosotros culpa".

Cientos de pileños despiden a la víctima del crimen

Cientos de pileños despidieron este lunes por la tarde a Ana María Morales, cuyo funeral se celebró en la iglesia de Santa María la Mayor a las 17:00. El templo se quedó pequeño y hubo muchos vecinos que no pudieron ni entrar en la iglesia, dada la gran afluencia de personas que quisieron dar el último adiós a Ana María y el pésame a la familia. El juez de Sanlúcar la Mayor autorizó el entierro, una vez que se practicó la autopsia al cadáver. El alcalde de Pilas, José Leocadio Ortega, no se sorprendió por la masiva respuesta de su pueblo. "Era de esperar, porque era una persona buena, conocida, que no tenía problemas con nadie, y la gente ha sentido mucho esta tragedia y así lo han demostrado", expuso el regidor. Horas antes del sepelio, al mediodía, el regidor dio lectura a un manifiesto durante el minuto de silencio convocado a las puertas del Ayuntamiento, que fue muy emotivo y que contó con la presencia de familiares de la víctima. También estuvo la alcaldesa de Huévar, Áurea Borrego. De este municipio era natural la mujer asesinada.

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