Dos ERE con la nueva ley y 94 despidos
Gelves/Espartinas
La media docena de trabajadores afectados por el ERE del Ayuntamiento de Gelves que han accedido a aportar su testimonio sobre cómo se asume pasar de un trabajo en un Ayuntamiento, que creían estable, al paro en el peor momento, están indignados. Después de que en su desesperación decidieran encerrarse en el Ayuntamiento, la Policía Local está pendiente del grupo, en lo que sienten como un "acoso". Les pasó mientras esperaban para la entrevista. "Dos años de paro y a la indigencia", resume José Manuel Fernández (47 años, siete como operario de mantenimiento de instalaciones deportivas, dos hijos), cuando se le pregunta cómo ve su futuro. "Somos mileuristas, pero hubiéramos estado dispuestos a rebajar el sueldo, a rotarnos seis meses en el paro, para mantener el empleo, porque como están las cosas no tenemos alternativas".
No es el único de los afectados por uno de los dos ERE que se han realizado en ayuntamientos sevillanos con la reforma laboral con una edad compleja. Rafael Tellado tiene 51 años, ha sido peón de mantenimiento en las piscinas municipales; José Ruiz tiene 56 y categoría de peón, aunque es mecánico y ha hecho hasta de conductor de autobuses. José Muñoz, 55 y muestra callos en las manos de limpiar calles. De nueve han quedado tres para barrer. Ha estado diez años en el Consistorio con un paréntesis de cuatro meses.
Todos tienen familia, hijos. En casa de Tellado vive hasta una nieta de cinco años que en la manifestación preguntaba si readmitirían a su abuelo si gritaba más fuerte. Cuando se le plantean cuestiones como si no son conscientes de la situación del Ayuntamiento, que los ingresos han caído, que ha habido que hacer un plan de ajuste, que la reforma laboral ha facilitado los ERE, cortan por lo sano: "El alcalde de un pueblo trabaja para el pueblo no para Madrid, debe tener en cuenta las circunstancias de cada uno, buscar alternativas". Desordenadamente, denuncian que hay ocho ediles cobrando del Consistorio de 9.500 habitantes, que el alcalde "no ha ido de frente", que se ha remitido a la empresa que les ha asesorado en el ERE. Éste se redujo de 37 a 22 personas con un acuerdo que sólo Tellado votó en contra antes de que se supieran los nombres de los que se iban, sí o sí, al paro. La controversia ya ha provocado la renuncia de una edil.
José María Mateo y Ángel López, de 38 años, son más jóvenes y cuando se les pregunta qué van hacer esbozan alguna idea. Uno ha pensando en comprar una abrillantadora de suelos. El caso de estos dos es llamativo, porque, junto a otro compañero, han sido despedidos dos veces del Ayuntamiento. Primero, tras las elecciones, aunque un juez lo declaró improcedente y se les readmitió tras renunciar a casi 8.000 euros de indemnización. Ahora, con el ERE, se irán al paro con 5.000. Todos dicen sentirse "engañados" por un alcalde -del PP, sacó mayoría absoluta tras las municipales- que debería haber actuado con más "responsabilidad social" al gestionar una administración, insisten, conteniendo a duras penas su crispación.
Juan Fernández (33 años y afectado por el ERE que Espartinas aprobó en verano) afirma que esa sensación no aminora con el tiempo. Si acaso aumenta. Tiene un hijo de 9 meses. Su mujer, administrativo, también entró en el ERE del Ayuntamiento. Le ha pasado a dos matrimonios más. "Sin piedad", dice. En Espartinas lograron arrancar 33 días por año trabajado como indemnización. Por lo que sabe, de los 72 afectados sólo el informático ha encontrado empleo.
No es su caso, cobra 675 euros de paro y donde ha entregado el currículum le han mostrado una pila de ellos, acumulados sin respuesta. Trabajaba en mantenimiento de edificios y del alumbrado. Casi diez años en el Ayuntamiento, su único empleo. Había oído que no había dinero, pero creía que no le afectaría. Asegura que no es sólo el ERE, que en total han salido 120 personas del Consistorio y defiende que, antes, se debían haber suprimido las sociedades y empresas. Cree que se ha malgastado el dinero que ha entrado a espuertas en Espartinas, en la plaza de toros, en fiestas, y que la cadena se rompe siempre por el lado más débil.
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