Competición contra el fantasma del paro
Un ERE extintivo de 70 puestos de trabajo amenaza a los españoles que gestionan los servicios de la base La empresa advierte que tan sólo se quedarán "los mejores entre los mejores"
Hace ya bastantes años que la base de Morón de la Frontera dejó de ser principal para la USAF, acrónimo en inglés la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Pero no por ello el papel que esta instalación tiene hoy es para nada baladí. La posición estratégica de España como punto medio entre Estados Unidos y Oriente Próximo, además de la cercanía a un continente africano cada vez más relevante en el concierto internacional, ha hecho que este viejo aeropuerto militar se haya convertido hoy en una "gasolinera gigantesca". La expresión es de Alejandro de los Reyes, miembro del comité de empresa de Vinnel-Brown Root Spain (VBR), la compañía que gestiona los servicios civiles que se prestan en la base y portavoz del calvario que está viviendo este verano la plantilla, amenazada por un Expediente de Regulación de Empleo (ERE).
No es el primero. El fantasma de los despidos ya visitó la base en 2010 y se llevó por delante 119 puestos de trabajo. De los Reyes asegura que, desde entonces, el ambiente se ha ido enrareciendo cada vez más: "Antes todo era más familiar, todo el mundo se conocía y se ayudaba cuando había un problema, empujábamos a una", apunta.
Ahora la incertidumbre se ha convertido en una auténtica competición donde, a diario, todos los empleados compiten entre sí. La empresa no ha facilitado la lista de afectados y eso genera un auténtico "drama humano". Recientemente, se produjo la visita del director general de VBR, que viajó desde Turquía -la otra zona donde la entidad tiene intereses en bases militares- para explicar a los empleados la situación: "Dijo que quienes seguirían trabajando serían los mejores entre los mejores".
La advertencia desencadenó la frustración de la plantilla y, posteriormente, los enfrentamientos entre compañeros, que viven con la presión diaria de demostrar a sus jefes su capacidad y así evitar engrosar las listas del paro.
Rubén Ballesteros, otro trabajador que es delegado sindical de Comisiones Obreras en VBR, reflexiona sobre el problema que supone, por la actual situación laboral, perder el trabajo para una persona de mediana edad que lleva casi 30 años desempeñando un empleo en el mismo sector. Hay muchos trabajadores que han pasado más de media vida en la base, una pequeña ciudad en medio de la nada que, como tal, requiere muchos servicios.
De los Reyes pertenece al departamento de alojamiento de VBR. Los empleados de esta división de la compañía se dedican a gestionar el hotel de la base: "Cuando el personal americano viene a hacer un trabajo a la base o cuando las tripulaciones acaban sus misiones, pasan por aquí", explica. Además del alojamiento, VBR se encarga de los servicios de comedor e incluso de un equipo de control de incendios. Sus trabajadores también son los encargados de lo que denominan ingeniería civil, es decir, los arreglos de averías en terrenos como la fontanería o la electricidad, tanto en los edificios de trabajo como en las viviendas del interior del perímetro. Y también de los talleres.
Rubén Ballesteros desempeña sus funciones en el taller mecánico de mantenimiento de vehículos especiales del ejército norteamericano. Es el otro ámbito de actuación de esta compañía estadounidense: los servicios de pista, limpieza de aeronaves y arreglo de los aparatos necesarios para el funcionamiento de un aeropuerto cualquiera.
En esta pequeña ciudad o gran gasolinera, según se mire, el ambiente ha cambiado notablemente en los últimos dos meses, pero no por ello los problemas laborales han causado una mala relación entre autóctonos y norteamericanos. El inconveniente es que los cambios de contrato han provocado que los españoles pierdan la relación con los extranjeros. "Ahora nadie tiene contacto con sus superiores, cuando antes se podía ir al jefe con un problema y se intentaba solucionar", comenta De los Reyes. Pero ésa es otra cuestión.
Ballesteros sí tiene un trato mucho más directo, "sobre todo desde que llegó el último contingente de marines". Este despliegue militar ha permitido un contacto que ha sido bueno: "Entendemos que ellos son iguales que nosotros, gente muy profesional que desarrolla su trabajo".
Eso es lo único que todos quieren. Seguir trabajando, a diario, sin necesidad de competir contra el fantasma del paro.
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