La otra maldición del Carambolo
INCENDIO EN CAMAS
Las llamas vuelven a destruir cientos de árboles plantados por una asociación
'Sevilla Más Verde' trabaja desde 2013 para reforestar esta colina de Camas
Ahora, piden ayuda para salvar lo que queda
Hay un comentario común cuando se corona el cerro Carambolo, al final de la Cuesta del Caracol: es triste que un lugar de tal simbolismo esté abandonado. Ni un cartel hay que indique dónde se alzaba el templo y afloró el tesoro y sí cristales rotos y basuras. Cultura no permitió a Gabriel Rojas levantar el hotel en lo alto del mirador. El Ayuntamiento de Camas ha apuntado que lo ideal sería ahora la expropiación y un centro de interpretación. Pero el hecho es que, cuando se van a cumplir 60 años del hallazgo60 años (30 de septiembre de 1958) el lugar parece ser objeto de una maldición que lo relegara al olvido.
Aunque esa maldición no es la única. Ni siquiera es sobre la que quiere tratar este reportaje, que se centra en las contrariedades con las que se está topando un grupo de voluntarios de la asociación Sevilla Más Verde, empeñados en reforestar y teñir de verde el resto del Carambolo, esa ladera descarnada a la que mira Sevilla, que demasiadas veces se llena la boca hablando de sostenibilidad y lucha contra el cambio climático sin hacer nada. La zona que se desliza hasta una de esas carreteras que fracturan Camas es un terreno municipal y un teórico parque.
Sevilla Más Verde, con el beneplácito municipal, viene plantando árboles desde 2013. Le apoyan los vecinos de los barrios colindantes de La Extremeña y Tiro de Pichón, que ya pasean y usan la zona y que desean ver crecer los árboles. Según explican Alfonso –34 años, jefe de marketing digital en una empresa, que ve este cerro desde su casa– y José Luis Sánchez-Quiñones –ingeniero de Montes, residente de Tomares–, ellos y otros voluntarios recogen semillas de sierras cercanas (Aznalcóllar, Guillena, Pilas, Huévar...). Buscan ejemplares autóctonos, que puedan aclimatarse, como alcornoques, encinas, pinos, algarrobos, quejigos y acebuches.
Los plantan en invierno y esperan a los brotes en la primavera con la ilusión de convertir el cerro pelado en una suerte de “anillo verde” de Sevilla, importante no sólo desde el punto de vista paisajístico, sino para reducir la contaminación ambiental y acústica, incluso para contener el deslizamiento de las arcillas, que tantos problemas causan en la Cornisa del Aljarafe.
Pero, tras años de duro trabajo altruista, los árboles que han logrado sacar adelante apenas levantan unos palmos del suelo. La mayoría ha sucumbido a un rebaño de cabras –pese a las advertencias municipales al ganadero–, a los caballos que se sueltan sin permiso o se han quemado. Porque los incendios se repiten desde hace dos veranos y se sospecha que son intencionados, aunque no terminan de esclarecerse. Han llegado a afectar a árboles de calles cercanas y a alguna de las casas del conocido como barrio del Chato, que fueron expropiadas pero que están okupadas de nuevo.
En 2017, el fuego arrasó la zona en la que empezó Sevilla Más Verde plantando 800 ejemplares, cerca de los depósitos de Emasesa. Algunos arbolitos han conseguido brotar con dificultad. Emasesa, interesada en que la zona que se ubica muy cerca del jardín botánico del Arboreto se reforeste, ha desbrozado el entorno para ayudar a salvarlos. Esta labor es importante para que en caso de que vuelva a haber fuegos no se propaguen o no lo hagan tan rápido.
El pasado martes 19 hubo un nuevo incendio, que los responsables de Sevilla Más Verde creen también intencionado. Tuvo tres focos distintos y destruyó el 80% de lo que habían plantando en una segunda fase del proyecto, más cerca ya del barrio de La Extremeña. Llevaban plantados mil ejemplares, un centenar “apadrinados” por la asociación Sevilla se Mueve, en un área que estaba sin desbrozar. Ahora, han pedido ayuda para regar los árboles que no se han quemado del todo e intentar salvarlos
El Ayuntamiento les ha dejado un tubo de riego y la posibilidad de enchufarlo a un parque. Ellos han comprado otros 200 metros de manguera. Vecinos de La Extremeña les ayudaron a instalarlo todo para que les llegue el agua. También están utilizando cubos y lo que pueden, esperando que en el largo verano que queda por delante el fuego no vuelva a hacer acto de presencia.
José Luis advierte, en cualquier caso, que son demasiados problemas. Pese a su empeño por recuperar el paisaje, el año que viene renunciarán a seguir trabajando en el Carambolo si no logran mayor compromiso de las administraciones. Más concretamente del Ayuntamiento, que debe desbrozar la zona para intentar esquivar los fuegos, insiste. Si llega a ocurrir, sería otro gran fracaso para la leyenda negra del Carambolo.
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