La tribuna
La vivienda, un derecho o una utopía
Hoy, 9 de mayo, se cumplen 344 años de la muerte en Sevilla, en el Hospital de la Santa Caridad, del Venerable Miguel Mañara. Se atisba ya en el horizonte cercano una celebración que ocupará dos años: en 2027 celebraremos el IV centenario de su nacimiento en Sevilla y dos años más tarde, el 350 aniversario de su muerte. Ese bienio está siendo cuidadosamente preparado por la Hermandad de la Santa Caridad para intentar revitalizar y actualizar la indudable devoción que ha tenido el Venerable en nuestra ciudad y más allá de sus fronteras.
Admiración existe, ya que su obra y generosidad es sobradamente conocida y apreciada por los sevillanos, pero quedarse ahí sería rebajar la figura de Mañara a un filántropo sin mayor pretensión. Su vida, su obra, su entrega por sus amos y señores los pobres de la ciudad, más allá de lo razonable, hace que la Iglesia haya declarado sus virtudes heroicas y que, si Dios quiere, en breve, pueda elevarlo a los altares. De ahí la necesidad de actualizar su figura y fomentar su devoción. Que Mañara sigue vigente es algo indiscutible.
Hace muy poco se le ha recordado al incluirle dentro del elenco de personas que podrían dar nombre al antiguo Hospital Militar. El asunto era algo incómodo, ya que no era cuestión de entrar en una absurda competición de méritos con los otros candidatos que indudablemente merecerían tal distinción. Todo lo que sirva para honrar al Dr. Muñoz Cariñanos, por su sacrificio y entrega a nuestra patria, será siempre poco. O los cuantiosos méritos sanitarios de Don Rogelio Vigil de Quiñones o de Doña Rosalía Robles Cerdán están fuera de toda duda. Lo que ha causado grata sorpresa entre los devotos de Don Miguel es, que entre los nombres barajados, se haya colado el de este sevillano de hace cuatro siglos que hizo lo imposible para su época y que supo crear con su entrega personal de toda su vida y hacienda, un lugar de acogida y amor para pobres y desvalidos, que aún hoy está en funcionamiento. Es, sin dudarlo un paladín de los derechos humanos (no reconocidos aún en aquella época). Un baluarte de la dignidad del hombre y un hermoso ejemplo de seguimiento de Jesucristo y de coherencia de vida. Un adelantado a su época que trasciende los siglos.
Por eso el resultado de la consulta sobre el nombre daba igual. Lo importante era el recuerdo a su figura. Que la gente haya tenido esa oportunidad de acercarse a él y a lo que supuso en su época y lo que sigue suponiendo en nuestros días. Mañara sigue hoy cuidando de sus pobres y de todo aquel que se encomienda a sus favores. Así lo vivimos día a día en la que fue su última morada. Además Mañara ya tiene un hospital a su nombre en Sevilla, como él lo quiso, donde se entregó hasta su muerte, hace hoy 344 años: se llama Hospital de la Santa Caridad.
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