La tribuna
La vivienda, un derecho o una utopía
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Estábamosen plena transformación tecnológica cuando una pandemia nos cambió el paso y nos sacó desgraciadamente del camino marcado durante más de dos años. Estábamos asistiendo a un cambio de paradigma que apuntaba a una transformación disruptiva de todos los fundamentos que definían nuestra sociedad hasta el momento.
Sin embargo, aunque nos encontramos todavía inmersos en una quinta ola de coronavirus que nadie esperaba, los porcentajes de vacunación alcanzados apuntan ya a una recuperación de la normalidad que nos hará retomar las tareas pendientes. Será el momento de volver a ocuparnos de la digitalización y el mundo de posibilidades de futuro que esta apuesta nos marca.
Recordando el cuento de Monterroso, "cuando despertemos, la transformación tecnológica todavía estará ahí". Cuando superemos este nefasto período pandémico, la transformación tecnológica y digital seguirá marcando ese camino de no retorno que nos llevará hacia una nueva forma de relaciones sociales, comerciales, empresariales o de cualquier otro tipo.
Entonces volveremos a leer titulares hablando de la necesidad de empujar decididamente el proceso de digitalización de la Administración, de la sociedad en su conjunto y del tejido empresarial, en concreto. Será el momento de volver a escuchar la ya manida necesidad de digitalización de las empresas. Y en este punto cabe preguntarse ¿qué supone esa digitalización de empresas? ¿Qué medidas concretas tienen y pueden tomar los empresarios para digitalizar sus negocios? ¿Cómo podemos saber si nuestra empresa está digitalizada o si quedan oportunidades de digitalización que mejoren la rentabilidad?
Desde luego, para el empresariado en general y para el pequeño empresario en particular, las promesas que acompañan a la digitalización suenan muy bien, pero en el día a día hace falta un esfuerzo mayor por parte de las administraciones para ayudar y acompañar a todos esos pequeños y medianos empresarios a subirse al carro de la digitalización y evitar que queden descolgados. Porque la digitalización está abriendo un camino de oportunidades infinitas y desconocido hasta ahora para cualquier empresa y empresario, esté en el lugar del mundo en el que se encuentre y se dedique a la fabricación de cualquier tipo de producto o servicio.
Habrá que estar atento a los movimientos que están protagonizando las grandes plataformas de internet para convertirse en grandes escaparates mundiales en las que cualquier empresa puede mostrar y vender sus productos para encontrar un mayor número de clientes y, al mismo tiempo, encontrar también los proveedores más adecuados y eficaces.
En la avanzadilla se encuentra Amazon, como el mayor escaparate digital del mundo, pero habrá que permanecer atentos a los movimientos de Facebook y su reciente acuerdo para convertirse en un punto de intercambio que rivalice con la marca de la sonrisa. Tampoco podemos olvidar el desarrollo constante que se realiza desde otro gigante como Google o la más novedosa intención de Alibaba de crecer en distribuidores y fabricantes en Europa, a los que ofrece la posibilidad de vender sus productos a cualquier cliente del mundo entero con una cuota realmente asequible. Su propuesta supone una alternativa a las ferias presenciales y permite un alcance muy superior de las acciones comerciales a un precio mucho más ajustado y sin necesidad de desplazamientos. Una verdadera revolución que está modificando nuestra forma de comerciar y que supone una oportunidad sin precedentes para cualquier negocio.
Ya no hay excusas para apuntarse al futuro. Las posibilidades tecnológicas están ahí, y depende de nosotros el ser capaces de sacar el mayor provecho a este nuevo paradigma. A esto nos referimos cuando decimos que las empresas tienen que digitalizarse. No se trata tan solo de tener una web, trabajar con las redes sociales o gestionar los clientes con herramientas como Whatsapp (que también es importante). Se trata de saber aprovechar las plataformas que están a nuestro servicio para vender más, mejor, en todo el mundo y en tiempo real. Ese es el nuevo mercado y ahí habrá que estar si queremos que nuestro tejido industrial siga siendo competitivo. El futuro está aquí, sólo se trata de subirse al tren, para no perderlo.
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