Ildefonso Marqués Perales

Socialismo: sobre fines y medios

8242506 2024-08-21
Socialismo: sobre fines y medios

21 de agosto 2024 - 03:05

El pacto fiscal para Cataluña suscrito por el PSOE y ERC es un ataque a la flotación ideológica del socialismo español. Es la grieta en un iceberg que acabará modificando la raíz ideológica del partido. Y esto es así por una razón muy sencilla. Este acuerdo golpea el núcleo sobre el que se constituye la ideología socialdemócrata: la búsqueda de la igualdad entre ciudadanos por medio de la aplicación de políticas redistributivas.

La consecuencias de este pacto no tienen por qué traducirse inevitablemente en un vuelco electoral. Y menos en una desaparición del partido. Una buena parte de los simpatizantes y afiliados del partido socialista español respaldará lo que sus dirigentes digan. A tenor de lo que dicen algunas encuestas, cerca de un 40% de los votantes del partido considera que el pacto no supondrá un agravio para las comunidades más pobres. Estos simpatizantes y militantes pueden defender una cosa el lunes y su contrario el martes. Esto sólo puede realizarse si uno se libera de su ideología, de los valores socialistas y los intercambia por un partidismo ciego y una estrategia cortoplacista.

La transformación de la que hablo se circunscribe al aspecto ideológico. Si bien es cierto que las ideologías son moldeables, lo son siempre hasta cierto punto. Son flexibles hasta que sobrepasan un umbral y, entonces, se tornan inasumibles. Claro está que no para sus miembros más recalcitrantes. Les sucede algo parecido a las teorías científicas. Como nos mostró Thomas Khun en La estructura de las revoluciones científicas (1932), la aparición de anomalías son la prueba más evidente del ocaso de un paradigma.

A esta altura conviene recordar lo que nos señalaba hace ya mucho tiempo el sociólogo británico Anthony Crosland. En The Future of Socialism (1956) este teórico del laborismo proponía la acertada distinción entre medios y fines del socialismo. Los medios son siempre discutibles pero los fines no lo son nunca. El socialismo persigue siempre los mismos objetivos, no obstante, los tiempos cambian, las circunstancias mudan y los medios para acceder a ellos han de sufrir necesarias transformaciones. Todo proceso de aggiornamento requiere una discusión sobre los medios. Nunca sobre los fines (al menos hasta que existiese el capitalismo).

EL SPD alemán consideró que la vía parlamentaria era mejor medio que la violenta para acceder al poder. El reformista Bernstein se impuso a la ortodoxia de Kautsky (y de Engels). La socialdemocracia derrotó a sus rivales. Los socialistas alemanes discutieron sobre los diferentes medios a elegir pero los fines no eran puestos en duda: acabar con el capitalismo despiadado que cercenaba la vida y oportunidades de los miembros de la clase obrera.

Pero seamos sinceros. No nos pongamos dogmáticos y corrijamos a Anthony Crosland. No sólo los medios cambian, los fines también lo hacen. En los pactos políticos, usualmente se transige en fines menores para llevar a buen puerto los fines mayores. Se retrocede en lo accesorio para conservar los necesario. Los socialdemocrátas alemanes en el más famoso de sus congresos, el de Bad Godesberg, transigieron con los principios cristianos. Los mismo sucedió con los principios conservacionistas propios del ecologismo. El socialismo nació negro y contaminante, no nació con el marchamo naturalista del anarquismo. Lo mismo cabe decir con el género. El socialismo nació machista pero fue incorporando a sus ideología los avances civilizatorios. De hecho, se cedió incluso con los nacionalistas por ejemplo en política lingüística.

Hasta ahora, todo dentro de lo común. El problema ahora es más gordo porque supone desechar uno de los fines mayores de la social democracia y abrazar uno de los fines de las ideologías identitarias. Es un cambio fundamental porque se “compra” un marco teórico que se halla en las antípodas del socialismo (plurinacionalidad, derechos históricos, excepcionalismo). La redistribución sólo tiene sentido entre pueblos y no entre individuos. Mientras que los primeros son plurales los segundos son uniformes. Pura chatarra ideológica porque no resiste el más mínimo test empírico: en España, como en todos los países avanzados, los verdaderamente plurales son los individuos y no los pueblos.

El socialismo español está herido de muerte. Uno siempre puede aducir que mientras el PSOE tenga votos tendrá margen de acción pero ¿para qué necesitamos un partido socialista que no defiende los principios socialistas?

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