La tribuna
Javier González-Cotta
El Grinch y el Niño Dios
Patinetes eléctricos en Sevilla
Sevilla/No te conviertes en gamberro por montarte en un patinete eléctrico. Lo eras de antes, o no. Las personas incívicas lo son al margen del vehículo que conduzcan o de que sean peatones, porque su principio vital consiste en despreciar a los demás.
Por desgracia, el Ayuntamiento de Sevilla criminaliza a los Vehículos de Movilidad Personal (VMP) en un sorprendente ejercicio de arbitrariedad que lleva a hacer dos normativas separadas: una restrictiva hasta el absurdo contra los patinetes eléctricos y otra liberal y laxa a favor de las bicicletas dependiendo de las inclinaciones personales, afinidades o intereses de quienes redactan la norma.
El anuncio del Ayuntamiento de su norma contra los vehículos de movilidad personal es el peor escenario posible de todos los que podíamos contemplar.
Es un fracaso de la ciudad de Sevilla perpetrado por un ayuntamiento que está contra los ciudadanos porque la contaminación es causante de miles de muertes prematuras en Sevilla y porque el crecimiento caótico del tráfico hace que sea un problema diario para miles de personas a las que se les arrebata la mejor solución.
De hecho, la proliferación de los VMP se debe a la inacción acumulada durante años por parte de los responsables de Movilidad, que han permitido que el tráfico en la ciudad y los problemas vinculados a él, se amontonen en Sevilla.
Los ciudadanos, más sensatos y responsables que sus gobernantes, han optado por buscar soluciones en lugar de perpetuar los problemas, como ha hecho el Ayuntamiento. Por esa razón circulan a miles en bicicletas o patinetes eléctricos y otros vehículos de movilidad personal por toda Sevilla. Sus beneficios económicos, medioambientales, de fluidez del tráfico, de aparcamiento o de tiempo son tan evidentes que no es necesario entrar en ellos.
Con tantos usuarios de micromovilidad era imprescindible una normativa, que de nuevo los responsables municipales han demorado durante años para presentar ahora, fuera de tiempo, en periodo electoral, una regulación inviable.
Ni siquiera Vespasiano, que prohibió los molinos accionados por elementos naturales para luchar contra el paro, pudo detener el avance tecnológico.
Podemos sentarnos a esperar que lleguen gestores públicos lúcidos o que la velocidad de adopción de la tecnología de movilidad personal de nuevo sobrepase al Consistorio. Esta opción pasiva tiene un contrapunto ideológico: no merecemos leyes injustas. Las leyes injustas, del rango que sea, son el inicio de una senda muy peligrosa. Por eso es necesario combatirlas de frente por todos los ciudadanos y no solo por los afectados de manera directa.
El Ayuntamiento podría haber aprovechado leyes razonables como las que han promulgado Consistorios como Madrid, Barcelona o Valencia, pero han preferido darle a Sevilla una norma inútil, dañina, cortoplacista, peligrosa y malintencionada.
Resulta inquietante que técnicos municipales legislen sobre temas que no entienden y sobre los que ni siquiera se han informado. Mentía el señor alcalde cuando decía en los medios de comunicación que se había iniciado un proceso de información participativa. Era solo una ficción democrática. Se había reunido con una asociación ciclista para regular la actividad de los patinetes eléctricos. Una barbaridad parecida a que el señor Espadas se reuniese con Uber para regular el sector del taxi.
Para los técnicos municipales y los políticos que les dirigen existen vehículos buenos y vehículos malos. Si llevan pedales son vehículos buenos y si carecen de ellos son vehículos malos. Se requiere muy poco rigor y mucha superficialidad para clasificar a los vehículos por su forma y no por su función. Es tan absurdo como juzgar a las personas por su aspecto.
Las personas poco honestas que carecen de argumentos suelen utilizar las falacias. Aristóteles conoció 19 tipos de falacias, pero el Ayuntamiento de Sevilla y sus cómplices ideológicos han inventado algunas nuevas para hablar de vehículos de movilidad personal.
En estos días estamos analizando en los medios de comunicación públicos la propuesta de normativa contra este tipo de vehículos para descubrir sus errores, y lo hacemos a la luz, de forma muy distinta a la que ha usado el Ayuntamiento.
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