La tribuna
El poder de la cancelación
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Aunque la agricultura española está mostrando su fortaleza durante la pandemia del Covid-19, muchos agricultores tienen serios problemas de rentabilidad, en especial los de pequeñas y medianas explotaciones. Muchas zonas se ven afectadas, además, por los efectos del calentamiento global, en forma de sequías prolongadas o lluvias torrenciales.
Es un escenario de emergencia socioeconómica y climática, que la UE intenta afrontar a través de la PAC (política agraria común) poniendo a disposición de los estados recursos para avanzar por la senda del cambio, la innovación y la transición ecológica.
España recibirá de la PAC casi 50.000 millones de euros en los próximos siete años. Es una cantidad importante, que tiene que servir para promover una agricultura más respetuosa con el medioambiente, mejorar la cadena alimentaria e impulsar una vertebración más eficiente de los productores.
El Plan Estratégico Nacional
El Plan Estratégico Nacional es su principal instrumento. Nos obliga a realizar un diagnóstico sobre la situación de nuestra agricultura, identificando aquellos sectores que por su importancia estratégica deben ser atendidos de forma prioritaria, y definiendo grandes retos de carácter transversal (relevo generacional, regadíos, digitalización…)
El gran valor de la agricultura española es su diversidad, y todos los modelos de agricultura son necesarios (empresarial, familiar, pluriactivo...) Con el Plan Estratégico Nacional se pretende dar respuesta a los problemas de cada uno de esos modelos, pero para ello se necesita una perspectiva de Estado. La nueva PAC así lo demanda, y por eso nos exige que haya un solo Plan Estratégico y no 17 planes regionales.
Es evidente que las acciones del Plan tendrán que aplicarse en territorios concretos y a escala regional/local, pero la definición de la estrategia y la identificación de los sectores debe hacerse a nivel nacional.
Ayuda básica, ecoesquemas y derechos históricos
La UE entiende que son los agricultores que producen alimentos sanos, de calidad y de una manera respetuosa con el medio ambiente los que deben beneficiarse de los distintos tipos de ayudas de la PAC.
Una de ellas es la Ayuda Básica a la Renta, que está condicionada a que el agricultor realice en su explotación un mínimo de prácticas obligatorias en pro de una mayor sostenibilidad social y medioambiental.
Además, la PAC pone a disposición del agricultor la figura de los "ecoesquemas". Con ello se le ofrece la oportunidad de complementar la citada Ayuda Básica a la Renta con otra asociada al compromiso de realizar prácticas de gran valor ecológico para mitigar los efectos del cambio climático (reducción de emisiones de CO2, uso de fuentes alternativas de energía…).
Con esos dos tipos de ayudas, más los ingresos obtenidos de la venta de sus productos en el mercado, los agricultores deben de estar en condiciones de afrontar la emergencia socioeconómica y climática a la que antes nos hemos referido.
Pero para ello es necesario romper el nudo gordiano de los llamados "derechos históricos", cuya desaparición es demandada por una gran mayoría del sector agrario, aunque también encuentra resistencia en algunos círculos de opinión.
No tiene sentido que haya titulares de explotaciones agrarias que apenas tienen ya relación con la agricultura y que siguen recibiendo ayudas de la PAC por el hecho de que las recibieron hace veinte años. Como tampoco lo tiene que nuevos agricultores, muchos de ellos jóvenes emprendedores, no sean beneficiarios de la PAC por no ser titulares de unos "derechos históricos" que son una rémora y que dificultan el cambio y la innovación.
También es necesario reducir el número de "regiones agrícolas homogéneas" (hoy cincuenta) para ir a un cálculo más racional de la ayuda básica a la renta y avanzar en la convergencia entre agricultores con orientaciones productivas análogas.
Nueva PAC, nuevos tiempos
No estamos ante una simple reforma de la PAC como las de antes, sino ante una PAC diferente. Es una PAC adaptada a los actuales retos de la UE, que se concretan en el ambicioso Pacto Verde.
Es evidente que para abordar un cambio de esta envergadura debe fijarse un periodo transitorio que permita a los agricultores adaptarse y aprovechar las oportunidades que se les ofrece.
Estamos ante un nuevo escenario en el que ya no cabe, como antaño, el cálculo político contable de cuánto le va a tocar del "sobre nacional" a mi región o a mi sector productivo para presentarlo como un triunfo. Hay que tener más altura de miras buscando un equilibrio razonable entre las regiones y entre todos los agricultores españoles.
En otros temas criticamos la disgregación de los intereses generales de nuestro país por la presión del nacionalismo más insolidario. Sin embargo, en el momento de aplicar la PAC, algunos se empeñan en reactivar este discurso disgregador cuando la agricultura es precisamente el sector que más contribuye a la vertebración de nuestro territorio.
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