La tribuna
La vivienda, un derecho o una utopía
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C ASI nadie se atreve a decir que no es feminista, pero no todos lo son; antes, denominarse así estaba "mal visto"; ahora es al revés, todos se dicen feministas y se adjetivan: feminista liberal, inclusiva, radical... el feminismo no tiene adjetivos. Es igualdad y punto. Otra cosa son las diferentes etapas por las que ha pasado: feminismos radicales y socialistas, feminismo de la igualdad, feminismo de la diferencia… Hoy es cierto, que, como escribe la feminista, hoy vicepresidenta, Carmen Calvo: "El feminismo es imparable y ha demostrado que tiene una fuerza poderosa y transversal. España ha dado un ejemplo ante todo el mundo y ha demostrado que el tiempo de las mujeres ha llegado para quedarse".
El feminismo es, según Amelia Valcárcel, "un hijo no querido de la Ilustración", con una vida -sobre todo, para las feministas- muy dura y complicada. He escrito que es la única "revolución pacífica e inacabada". Las feministas han sido siempre pacíficas, aunque alguna, como Olympe de Gouges, fuera guillotinada por los revolucionarios franceses, en represalia por haber escrito la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, de las que se olvidaron. "Hombre, ¿eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta pregunta, al menos no le quitarás ese derecho. Dime ¿Quién te ha dado el soberano poder de oprimir a mi sexo?", escribe en 1791. Y Mary Wollstonecraft, en su obra Vindicación de los derechos de la mujeres (1792), afirma que "las mujeres no son por naturaleza inferiores al hombre, sino que parecen serlo porque no reciben la misma educación". Lo que se conoce como "primera ola del feminismo", abarca la Ilustración y la Revolución Francesa.
Cerca de tres siglos han pasado desde entonces hasta las manifestaciones de los últimos años, pero todos y todas los que hemos estado en la calle somos deudores del esforzado trabajo de tantas mujeres que han seguido peleando para que la igualdad llegue a ser efectiva. Las feministas siempre han sido pacíficas, nunca se alzaron en armas contra el patriarcado, pero ellas sí fueron asesinadas a mansalva -hasta hace poco tiempo no había datos oficiales de asesinatos machistas y todavía hay países que no los tienen-, violadas, acosadas y sometidas a muchas y diferentes violencias hasta hoy. La filosofa Ana de Miguel afirma que el feminismo empieza en el momento en que se articula "tanto en la teoría como en la práctica, un conjunto coherente de reivindicaciones" y se organizan para conseguirlas.
"La independencia económica y la elevación de sus niveles educativos coadyuvaron de manera decisiva a la ampliación del apoyo social de los movimientos en pro de la igualdad de los derechos de la mujer, nacidos en los lustros finales del siglo XIX y representados paradigmáticamente por las sufragistas. De hecho, el movimiento de la mujer que cristalizó en los años sesenta, representa un cambio cualitativo respecto del discurso, el eco y el apoyo social de los movimientos sufragistas".
Conseguido el derecho al voto -segunda ola del feminismo-, el movimiento sigue creciendo y peleando por otros derechos, hasta llegar a la tercera ola, en la que, desde los años sesenta, fueron fundamentales los anticonceptivos porque permitieron a las mujeres controlar sus natalidad y fue esencial para la reivindicación de otros derechos.
Nuria Varela asegura que el feminismo "es una historia de éxito y aporta mucho conocerla". "Sigue siendo muy desconocida y es importante entender que lo que aparece ahora no es algo nuevo, sino consecuencia de tres siglos de lucha". El empuje del movimiento feminista es fruto de todo el trabajo que se hizo previamente, pero también de una situación que no entiende de edades: "Las jubiladas padecen una mayor brecha económica, las jóvenes unos niveles de violencia sexual que no hay que tolerar". "Será un error histórico muy grande ignorar que millones de mujeres de todo el mundo reclaman que la democracia haga honor a su nombre".
Todo esto no lo ha hecho ni una sola mujer, aunque las haya habido muy valiosas, ni ninguna sola organización de mujeres ni partido político; lo ha hecho, y tendrá que seguir, el movimiento feminista: plural, diverso, transversal, del que han formado parte organizaciones y partidos, básicamente progresistas y de izquierdas, porque a la derecha le gusta más, "la mujer-mujer" (Aznar dixit), pero del que nadie se ha podido apropiar. Ha habido siempre manifestaciones, reivindicaciones, manifiestos, pero no se ha criminalizado ni excluido a nadie, solo quienes no lo han entendido se han autoexcluido. El patriarcado es el enemigo, con el que no vale ningún pacto. El movimiento feminista acabará con él para siempre.
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