La tribuna
La vivienda, un derecho o una utopía
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En su libro Parir la psiquiatra perinatal Ibone Olza habla de la vulnerabilidad de la mujer durante el parto. "La mujer puede salir empoderada, y también herida y rota". La autora va más allá. Menciona "un viaje, una transformación y una vivencia, tanto para la madre como para el bebé". Al ser un ejercicio servido de la sanidad nacional en el marco público y privado, el parto necesitará el acompañamiento y la asistencia de profesionales bien formados que se apoyen en el respeto y en las más actuales evidencias científicas. Sin embargo, vienen sonando alarmas que apuntan a un sistema sanitario descuidado en los métodos y en el trato.
Ya en 2019, Dubravka Šimonovic, relatora especial de las Naciones Unidas sobre la violencia contra la mujer, advirtió: "El maltrato contra las mujeres durante el parto es un fenómeno generalizado y sistemático, de alcance mundial y que afecta a todos los niveles socioeconómicos". Por primera vez se pronunciaba en la Asamblea General de la ONU la "violencia obstétrica".. Desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos de nuestro país rechazaron el término y "garantizaban la inexistencia de actos violentos en la atención a las pacientes". La Federación de Asociaciones de Matronas de España no tardó en responder: "Queda demostrado que en nuestro país se ha ejercido, se ejerce y se seguirá ejerciendo violencia obstétrica si no actuamos de forma contundente y firme".
Si bien toda negligencia, desatención y error no deben calificarse como violencia obstétrica, esta conducta queda lejos de ser un invento. La Organización Mundial de la Salud la define como la que sufren las mujeres en el embarazo o el parto al recibir un maltrato físico, humillación y abuso verbal, o procedimientos médicos coercitivos o no consentidos. Lo que se denuncia implica el incumplimiento de la Ley de Autonomía del Paciente, que ampara el respeto a la dignidad, el consentimiento y el derecho a decidir libremente, después de recibir la información adecuada.
En la cercanía, basta con preguntar a las mujeres para dar con quienes se han sentido poco o nada respetadas en sus experiencias de parto. En los hospitales públicos y privados se sigue llevando a cabo pautas obsoletas y desaconsejadas por los organismos oficiales tales como la presión con fuerza sobre el abdomen para "aligerar" el expulsivo del bebé o la rotura intencionada de bolsa amniótica para inducir de manera rutinaria el parto, prácticas que comúnmente se realizan sin permiso y con la mayor desinformación hacia la paciente. En España 1 de cada 3 incisiones en la vulva carecen de un motivo definitivo y se operan un 25% de cesáreas, el doble de lo que advierte la OMS. Hablamos de partos sanos y de bajo riesgo en los que la medicalización e instrumentalización abusiva aumentan la probabilidad de complicaciones en cadena. La tasa nacional de incisiones en la vulva es del 26 % y un 25 % de cesáreas, cifras muy por encima de lo que advierte la OMS (entre el 10 y el 15 %). No se trata de demonizar las intervenciones, sino de evitar las innecesarias que dejan secuelas en la sexualidad y la salud de las madres. Y es llegados a este punto donde Ibone Olza se pregunta si puede ser que la presente atención al parto sea más peligrosa que el parto en sí mismo, un proceso fisiológico y natural y que nada tiene que ver, en la enorme mayoría de los casos, con el sentido patológico con el que hoy día lo siguen relacionando.
Ibone Olza lanza otra pregunta: "¿El hecho de que parir sea un acto exclusivamente femenino, de qué manera influye en esa atención que tantas veces roza el ensañamiento?". La no intencionalidad de la violencia obstétrica no evita pensar que en el modelo actual del parto haya una cuestión de género subyacente que deriva en una frecuente infantilización, menosprecio y sometimiento de la mujer a protocolos que dan la espalda a las recomendaciones.
Reivindicar desde dentro de los proveedores de salud es clave pues son los propios profesionales los que padecen las carencias de un sistema que funciona con trabas y limitaciones. Las voces reclaman, por ejemplo, una correcta renovación de los procedimientos que favorezca el parto respetado, ya sea vaginal o cesárea, y un merecido reconocimiento a las matronas cuya actuación mejora los resultados obstétricos.
Dentro de pocas semanas seré madre. Confío en que seré atendida debidamente por los maravillosos profesionales de la sanidad pública andaluza, pero soy consciente de que toda parturienta puede caer en manos irrespetuosas. Así que por mí, por todas, utilicen el término que les plazca, inventen, incluso, uno nuevo, pero no justifiquen y escondan una realidad de una seriedad inmensa.
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