La tribuna
La vivienda, un derecho o una utopía
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El regadío tiene un valor esencial para la agricultura española: el riego como factor multiplicador de la producción agrícola (hasta por seis) y del valor del suelo (más del triple); como elemento de fijación de población rural y de atracción de los jóvenes al sector agrícola; y como articulador de la sostenibilidad y dinamización de la economía.
Las comunidades de regantes continúan reivindicando que se cumplan los compromisos adquiridos por las administraciones en los diferentes instrumentos normativos de planificación que afectan al regadío nacional. De manera muy especial, señalan el claro déficit de obras de regulación de aguas (presas, embalses, azudes,…) en todo el territorio nacional. Estas infraestructuras no sólo resultan básicas para el regadío, sino que tienen una clara relevancia ambiental y social, dado que son esenciales tanto para hacer frente a situaciones de sequía, como para controlar y minimizar los efectos de inundaciones, siendo útiles para el medio rural y el urbano. Igualmente, las obras de regulación son elementos críticos tanto para responder a la variabilidad climática como a las posibles consecuencias del calentamiento global.
La situación actual de déficit ha sido provocada fundamentalmente por la falta de una verdadera voluntad política para llevar a cabo estas infraestructuras, especialmente a nivel comunitario. En este sentido, la vigente Directiva Marco del Agua, diseñada para una realidad hídrica muy distinta a la española, no ha facilitado la promoción y ejecución de estas obras de regulación. Tampoco los enfoques prioritarios en el proyecto de nueva PAC que también se vislumbran como un freno potencial. Por ello, se hace más importante aún continuar con la labor de lobby en Bruselas.
Otro de los grandes impedimentos para superar esta situación de déficit de infraestructuras subyace en la prolongada tramitación administrativa y, especialmente, la deliberada voluntad de bloqueo de determinados colectivos que enarbolan supuestos mensajes ecologistas o ambientalistas. Estos colectivos son especialmente diestros en la generación de miedo e incertidumbre en las poblaciones, así como en aparentar movilización social generalizada mediante el control de cierto tipo de mensajes y su viralización en las redes sociales y la "seducción" de determinados medios de comunicación. En este sentido, parece que, por el simple hecho de añadirse el término ecologista, cualquiera pueda rebatir rigurosos estudios técnicos con puros mensajes de opinión y gozar de un halo de infalibilidad y credibilidad, con independencia de su respaldo técnico. En esta línea, el Presidente de Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore) comunicó que se había tenido que realizar un encargo a expertos de la Universidad de Córdoba para poner de manifiesto los errores, omisione y frases sacadas de contexto del penúltimo documento difundido por este tipo de organizaciones contra la modernización del regadío en España. Frente a la desacreditación pretendida por los ecodifamadores, hay que contraponer el rigor técnico y la comunicación por los regantes. Como bien indicó el Viceconsejero de Desarrollo Rural de Castilla y León en el XXXVI Congreso Nacional de Riegos "el que mejor comunica es el que gana" y este camino lo tiene muy claro la Fenacore.
Nos encontramos ante un sector en permanente crecimiento, de relevancia geoestratégica, cuyas necesidades en materia de infraestructuras deben ser atendidas por la Administración. Es esencial que tanto el último e incierto Pacto Nacional por el Agua, como un deseable Plan Hidrológico Nacional, posibiliten la progresiva materialización de las obras de regulación pendientes. Asimismo, y en línea con los esfuerzos desarrollados por las comunidades de regantes en pos de la optimización y eficiencia del consumo del agua, sigue siendo imprescindible que las administraciones continúen con el fomento de la inversión en modernización del regadío. Hay que perder el miedo a la presión social, valorando con objetividad todos los bienes jurídicos en liza y comunicando adecuadamente el análisis efectuado.
El sector del regadío agrícola español goza de buena salud tanto productiva como intelectualmente. La innovación continúa siendo un valor en alza y una necesidad creciente, del mismo modo que la eficiencia energética y el empleo de las renovables son tendencia para mejorar la sostenibilidad y competitividad, y la atracción de talento joven va en aumento. Por eso, el regadío español es y tiene que seguir siendo el futuro.
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