La tribuna
Javier González-Cotta
El Grinch y el Niño Dios
La llamada Plaza de España, icono y emblema de la Exposición Iberoamericana de 1929 en Sevilla, es sin duda un lugar extraordinariamente singular. En primer lugar, forma parte de un espacio unitario configurado por el gran edificio que la rodea, cerrado en gran parte a los ciudadanos. Es, lo que podríamos llamar un único inmueble con un gran espacio abierto al parque de María Luisa, a diferencia de lo que podría ser una plaza urbana, rodeada de diferentes edificios, como serían las plazas del Salvador, San Francisco o Plaza Nueva. Dentro de su singularidad está el ser la plaza con más visitantes de la ciudad, alrededor de 3 millones de turistas anuales. La fragilidad de sus materiales, barro, cerámica artística y cerrajería artesanal, se resiente de este hecho, al igual que el secular vandalismo, que reclamaría mayor vigilancia y atención a través de un organismo unificado de gestión, mantenimiento y limpieza.
El proyecto definitivo, fue realizado por Aníbal González en 1918, aunque la ría se comenzó en 1914, cuando ya se había decidido que sus edificaciones fueran utilizadas como Universidad Obrera: la Escuela de Artes y Oficios en el centro y las naves laterales adyacentes destinadas a talleres de aprendizaje. En los extremos de la zona edificada se proyectaron los museos Artístico e Industrial, con planta rectangular, no llevados a cabo. Exteriormente los puentes sobre la ría quedaron finalmente reducidos a cuatro desde los ocho previstos. En el muro exterior se diseñaron y realizaron bancos revestidos de cerámica dedicados a cada una de las provincias españolas.
Como vemos, en el proyecto de Aníbal González estaba la intención de dedicar el edificio de la plaza a un uso cultural y educativo que resolviera algunas carencias de la ciudad en aquel momento. Espacio había de sobra. La superficie total del edificio y la plaza es de 50.000 m² aproximadamente, más los sótanos, de los que 19.000 m2 están edificados y los 31. 000 restantes son espacio libre, la plaza, la ría y los andenes laterales.
El conjunto fue objeto de cambio de titularidad, desde el Ayuntamiento a favor del Estado, a cambio de la ayuda económica prestada a Sevilla tras las enormes deudas que generó a la Ciudad la celebración de la Exposición del 29. En la actualidad se encuentra en la torre sur la Delegación del Gobierno de España en Andalucía y en la Torre Norte la Subdelegación del Gobierno en Sevilla. En el edificio central, conocido como la Capitanía General, se encuentra el Cuartel General de la Fuerza Terrestre desde 2.005. El 17 de diciembre de 1992 se abrió al público el Museo Histórico Militar de Sevilla en esta plaza. Por la parte que da al Prado de San Sebastián se accede, también a la Biblioteca Militar.
Actualmente la relación entre el edificio y la plaza es casi inexistente. Las puertas y ventanas de las diferentes dependencias están cerradas y el corazón de este magnífico conjunto está oculto al visitante.
Por ello pensamos que el debate actual sobre el cierre de la plaza es, al menos, incompleto. Lo que es fundamental para el futuro es recuperar la permeabilidad entre los espacios edificados y los espacios externos, así como fomentar actividades museísticas y culturales en general, que, además de ofrecer al visitante una visión unitaria de tan complejo edificio y expliquen la Expo del 29, ayuden con sus cuotas al mantenimiento del mismo y por ende del espacio abierto. Para ello hay tres millones de visitantes anuales ansiosos por conocer más sobre este mágico recinto. También, es necesario un plan de uso y gestión de la Plaza que evite eventos que atenten contra su integridad.
En el año 2029, se cumple el centenario de la Exposición Iberoamericana, un buen momento para recuperar el proyecto cultural en los edificios de la plaza de España y dar por finalizado, después de 100 años, el pago de la deuda de Sevilla al Estado. Recuperar, al menos en parte, los espacios de la Capitanía Militar, en especial el hermoso teatro. Y dedicar los lugares que Aníbal González dispuso para los Museos a centros de interpretación de la Exposición Iberoamericana de 1929.
Estamos a cinco años escasos de la celebración. A mi entender, en cinco años se podría hacer todo esto: habría que crear un organismo unitario de gestión de la plaza de España, con el Ayuntamiento a la cabeza. Su primera medida sería encargar un Plan Especial que definiera a los usuarios existentes y redistribuyera los espacios del edificio, recuperando lugares para muestras sobre la Exposición del 29 y su legado. Para ello hay superficie suficiente. Las oficinas de las administraciones se pueden trasladar a cualquier sitio adecuado, o reorganizar sus espacios, ya que la tecnología actual reduce mucho las necesidades, pero, a mi entender, la plaza de España debe tener un uso fundamentalmente cultural y al servicio de la ciudad de Sevilla. Así fue concebida y así debe de ser. El edificio debe restaurarse eliminando entreplantas y añadidos para recuperar sus relaciones con el espacio abierto, haciendo más completa la visita, generando fondos para su mantenimiento, limpieza, gestión y lucha contra el vandalismo. Solo así, tendrá futuro la Plaza de España, símbolo de la entrada de Sevilla en el siglo XX.
*Mi agradecimiento a los señores Aníbal González y Antonio Martín, que han sido de gran ayuda en la redacción de este artículo.
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