La tribuna
Javier González-Cotta
El Grinch y el Niño Dios
La tribuna
No hay autonomía posible sin la institución de lo imaginario, sin explorar, como enseñara Castoriadis, el universo de la praxis. Es común, sin embargo, que toda referencia a la autonomía se plantee, por lo general, en términos de descentralización territorial y no como un proceso de autodeterminación, a nivel simbólico. Un exponente claro de esta contradictoria interpretación es el caso de Canal Sur. La RTVA vive hoy una crisis de modelo sin parangón irresoluble por la vía de los recursos sino se acometen tres brechas importantes que atenazan a la institución como proyecto cultural.
La primera de ella es la crisis de liderazgo. La reciente campaña sindical en contra de la dirección pone hoy en evidencia la falta de legitimidad democrática de los órganos de gobierno que hace tiempo dejaron de ser representativos de la realidad andaluza. La falta de renovación del consejo de administración, al igual que el Consejo Audiovisual, sólo se explica por los intereses del bipartidismo. El problema de este bloqueo en la renovación de los responsables de la principal empresa pública de radiotelevisión es el coste que ello implica. La clausura institucional en torno a un único partido resulta un claro descrédito para la RTVA y la renuncia a todo proyecto social de progreso a la hora de asumir los retos del nuevo marco. La gestión improvisada, aunque sostenida en el tiempo, de una dirección interina se ha traducido como resultado en un evidente proceso de decadencia y pérdida de influencia de Canal Surentre la propia población. El resultado es que, hoy por hoy, la Nuestra no es de todos los andaluces, sino de unos pocos. Más allá de la manipulación de la agenda informativa, la ausencia de un proyecto integral de desarrollo que incida en la modernización del campo de la comunicación y la cultura andaluzas es ilustrativa de la ausencia de una necesaria visión del estado de la autonomía que a todas luces resulta insostenible. En línea con Solchaga, pareciera prevalecer la idea de que la mejor política de comunicación es la que no existe. El problema es que, considerando la ausencia de grandes grupos mediáticos autóctonos, ello se traduce en dependencia y subalternidad de Andalucía. La ausencia de voluntad política, en fin, afecta sobremanera a nuestra región. Por ello cabe reconocer en esta posición una quiebra importante de nuestra autonomía. El Gobierno de la Junta de Andalucía, y la actual dirección de Canal Sur, carecen de voluntad de cambio. No se han definido los retos de sus canales en la era de la TDT, no existen programas institucionales que reformulen el papel de la Fundación Audiovisual con la Comisión Fílmica y otros agentes del sector como las facultades de Comunicación, el tejido productivo y las nuevas plataformas de distribución audiovisual. La ausencia de políticas de I+D+i sobre la que tanto incide el Gobierno andaluz brillan por su ausencia. La aprobación de la Ley Audiovisual de Andalucía se ha realizado al margen de la Ley de Cine sin definir claramente la política del sector en el que la RTVA tiene una función motriz. El Ejecutivo ha dejado además de lado el problema de las multiplataformas y la revolución digital como parte sustancial de desarrollo del servicio público audiovisual sobre el que la actual dirección provisional de Canal Sur se ha limitado a abrir un conflicto con los trabajadores integrando redacciones multimedia sin consenso ni una visión de conjunto que justifique tales cambios. De ahí que no sorprenda que los viernes de negro en la RTVE tengan hoy su traslación en el ente autonómico ante la falta de criterio que reina en la institución. Añadamos a ello, para perfilar el cuadro, las dificultades económicas que dejan en papel mojado la norma estatutaria. Por ello, cuando pensamos la RTVA en el actual momento histórico es preciso salir del actual círculo vicioso de estas y otras brechas para dar a Canal Sur un papel protagónico en la vertebración del imaginario andaluz con la participación de todos los actores locales.
Ello dependerá, sin duda, de la voluntad política de nuestros representantes. Son ellos quienes tienen la primera palabra, pero - adviértase- no la última. En palabras de Balibar, citando a Lenin, si antaño sucedía que "los de arriba ya no pueden gobernar, los de abajo ya no quieren ser gobernados como antes", hoy los unos no pueden no gobernar como antaño, y los otros no pueden ya resistir o luchar como antes. En este tiempo-encrucijada nos encontramos con Canal Sur y la autonomía de Andalucía.
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