La tribuna
La vivienda, un derecho o una utopía
La espectacular conquista por las mujeres de un territorio que hasta ahora les había estado prácticamente vedado es el rasgo más sobresaliente del comportamiento de la población andaluza en relación a la creación de empresas en estos últimos veinte años. Desde 2003, año del primer informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM) de Andalucía, y principalmente a partir de 2011, las iniciativas femeninas aumentan de manera sostenida. Aunque en todos los países analizados crece la participación de las mujeres, Andalucía y España lideran esta carrera. La actividad emprendedora de las mujeres en Andalucía pasa de ser la mitad de la de los hombres en 2003 a prácticamente igualarla en 2022, alcanzando la proporción de EEUU y superando las de Reino Unido, Francia o Alemania.
Pero, en su conjunto, la población de Andalucía pierde ímpetu emprendedor. En 2022 se emprende relativamente algo menos que hace 20 años. El porcentaje de personas involucradas en crear una empresa, sobre la población de 18 a 64 años, ha descendido 0,7 puntos (del 6,2% en 2003 al 5,5% en 2022) una cifra similar al descenso que experimenta España (0,8). Este comportamiento contrasta poderosamente con las subidas que han experimentado países como Francia (7,5), EEUU (7,3), Reino Unido (6,5) o Alemania (3,9). Andalucía tuvo un periodo sostenido de crecimiento superior al de España entre los años 2011 a 2018, año que alcanzó su máximo histórico (8,8%) y que actualmente queda lejos de EEUU (19,2%), Reino Unido (12,9%), Francia (9,2%) o Alemania (9,1%).
Al contrario de lo que sucede en otros territorios, aumenta el pesimismo, al igual que en el resto de España. Hay una relativa desconfianza en los recursos y capacidades propias, a veces más apreciados por la población foránea, que es característica del crítico acervo cultural nacional. En Andalucía el porcentaje de personas que perciben buenas oportunidades para crear empresas ha descendido más de 10 puntos, pasa del 39,3% en 2003 al 29,1% en 2022. La evolución es de signo contrario en países como EEUU (donde sube 27 puntos), Alemania (26) o Reino Unido (nueve).
La población de Andalucía se ha vuelto más conservadora. El miedo a fracasar en una iniciativa empresarial se eleva 21,8 puntos, del 37,7% de la población que confesaba no emprender por miedo a fracasar en 2003 al 59,5% en 2022. Esta tendencia es similar a la de otros territorios, van de los 22,1 puntos de aumento del miedo en Reino Unido, los 20 de EEUU, los 18,4 de España, los 14,2 de Alemania o los 12,3 de Francia.
Como dato positivo se observa que mejora el perfil de la formación de las personas emprendedoras. En 2003 el grupo de población emprendedora más numeroso era el de las personas con estudios secundarios (45%), los universitarios solo alcanzaban el 23%; en 2022 las personas con estudios superiores llegan al 40,6%. Esta mejora, que roza la media nacional, se observa también en la formación específica relacionada con la puesta en marcha de una empresa. Paralelamente al cambio en la formación aumenta la innovación en los productos o servicios de las nuevas empresas. Las iniciativas que se consideran novedosas pasan del 16,3% al 33,7%, una subida sustancialmente superior a la que se experimenta en España (del 23,8% al 27%). Los cambios en la composición sectorial, muestran una ligerísima pérdida de peso de las iniciativas industriales (0,5%), tendencia que se observa en la mayoría de los territorios más avanzados, que viran principalmente a los servicios.
Estos comportamientos de la población están condicionados por los factores del entorno, analizado por los paneles de expertos consultados por GEM. Los tres obstáculos más citados en 2003 para crear empresas, eran: el acceso a la financiación, las normas sociales y culturales y el déficit de formación. 20 años después persisten importantes inercias al cambio. Las desventajas financieras que suponen las cargas fiscales y regulatorias en las etapas iniciales de las empresas emergentes son más acentuadas que en otras regiones. Continúan pendientes, los retos de mejorar la coordinación y la accesibilidad de los programas y políticas públicas de todos los actores del ecosistema emprendedor, en el que se aprecia déficits de formación. La formación emprendedora en la educación escolar, es el factor del entorno peor valorado en comparación con España, con Europa y con los países más avanzados, no ha mejorado sustancialmente en este largo periodo. La transferencia de conocimientos a las nuevas empresas no alcanzaba el aprobado en 2003 y sigue sin alcanzar el nivel de los territorios más prósperos. El ecosistema de innovación y emprendimiento de Andalucía sigue en construcción, con la aparición de algunas islas locales que no solucionan la baja densidad empresarial, el tamaño y la necesaria modernización empresarial y tecnológica en todo el amplio y diverso territorio andaluz.
Las evidencias que ofrece GEM muestran que en una sociedad avanzada, la creación de empresas, necesaria para el desarrollo económico, no responde a planteamientos exclusivamente de mercado, al modelo teórico individual de la “destrucción creativa” de Schumpeter de 1911. La complejidad y complementariedad entre los factores condicionantes del proceso atienden a explicaciones más actuales, como los de la “construcción creativa”, que propone el profesor David Audretsch, en donde los resultados están condicionados por las interacciones de todos los actores del ecosistema imbuidos de espíritu emprendedor. Un espíritu que puede desarrollarse, aprenderse, ser propiciado por las instituciones, el sistema educativo y las empresas, y es condición necesaria para crear sociedades más dinámicas capaces de generar proyectos y empresas valiosas. Un atributo que depende de la voluntad y capacidad de las personas para actuar juntas, con probabilidades de éxito, sobre oportunidades e ideas y transformarlas en valor social, cultural o económico.
Ese camino, por recorrer, de creación de valor compartido, requiere de indicadores que lo haga transitable a través del conocimiento y la formación, ofreciendo información comparada que permita gobernarlo y aprender mediante una comunicación estable entre los responsables públicos, las empresas y la academia.
Esa oferta de información e ideas ha sido el afán del proyecto GEM que a partir de ahora se integrará en el Observatorio del Ecosistema Emprendedor de Andalucía, junto con otros proyectos internacionales de alto valor estratégico (GUESSS) con la perspectiva de los ODS. La senda recorrida en estos veinte años, con un trabajo coral, servirá para, combinando lo local y lo global con rigor y evidencias, seguir creando una sociedad mejor, más justa, con más igualdad de oportunidades y, consecuentemente, más emprendedora.
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