La tribuna
Eva Díaz Pérez
Ángeles en llamas
Desde el siglo XX el crecimiento de las ciudades ha marcado un giro en la historia de la humanidad. La revolución industrial, la actividad económica y la globalización comercial originó que el 10% de la población, que en el siglo XIX vivía en las ciudades (la gran mayoría habitaba en las zonas rurales), creciera hasta el 55% actual originando un fenómeno sin precedentes en la evolución mundial.
La expansión urbanística derivada de dicha aglomeración y crecimiento poblacional ha provocado intensas modificaciones en los hábitats naturales de nuestro planeta así como notables transformaciones en el territorio. Junto a la aspiración de ofrecer mejores recursos habitacionales, condiciones laborales, oportunidades y ofertas socioculturales, la concentración humana en las ciudades ha llevado aparejada la destrucción de la biodiversidad, el agotamiento de los recursos naturales, la contaminación ambiental y la merma de la salud general de las poblaciones urbanas.
Con la agudización de estos fenómenos a lo largo del tiempo y ante la necesidad de amortiguar sus impactos se genera un nuevo concepto en la sociedad: la sostenibilidad, en un intento de equilibrar el consumo de recursos y el bienestar de la sociedad y ante unas perspectivas de futuro oscurecidas por la aparición de nuevos fenómenos como el cambio climático que deslizan peligrosamente al planeta hacia un horizonte sin retorno en sus condiciones de habitabilidad.
Por todo ello una de la más importantes intervenciones a realizar en las ciudades del siglo XXI, según toda la literatura científica producida al efecto, es convertir a nuestras ciudades en generadores de vida verde, renaturalizando intensamente los espacios urbanos, calles, plazas, avenidas, muros, techos, azoteas… estimulando la biofilia y considerando a las ciudades como organismos vivos donde conviven y evolucionan conjuntamente seres humanos, animales y plantas.
En consecuencia los espacios verdes, parques, jardines, cursos de agua, espacios libres… son lugares de carácter público que aportan indispensables beneficios ecosistémicos a la población atenuando significativamente los perjuicios del crecimiento urbanístico, disminuyendo la contaminación atmosférica, mejorando la calidad del aire, regulando la temperatura y creando reservorios de biodiversidad.
Sevilla, ciudad mediterránea de notables valores culturales y patrimoniales, tiene ante sí la oportunidad y el gran reto de adaptarse y transformarse para los cambios ambientales y sus impactos que afectan de manera creciente a su población. Es además un imperativo para la salud pública y beneficia de igual modo a distintos sectores sociales, a las personas mayores, la población infantil y a las zonas desfavorecidas de la ciudad, mejorando significativamente la salud mental y las enfermedades derivadas de la deficiente alimentación y el sedentarismo.
Ante este escenario distintas asociaciones, entidades y personas hemos formulado el proyecto denominado Anillo Verde de Sevilla y su Área Metropolitana, cuya justificación se sostiene en integrar a distintos espacios de dominio público, estableciendo a su vez interconexiones con los distintos parques, jardines y zonas verdes existentes en el entorno urbano y metropolitano, a través de viarios no motorizados y accediendo a zonas y estaciones de transporte público. Poniendo así mismo en valor las características culturales, patrimoniales, lúdicas y deportivas que detentan todo el conjunto que conforma el recorrido perimetral del anillo.
Con esta propuesta, las entidades ciudadanas promotoras de dicha iniciativa asumimos el anteproyecto redactado, y nunca ejecutado, en anteriores legislaturas por el Ayuntamiento de Sevilla, ampliándolo con la incorporación de espacios de especial interés en los que vienen actuando desde hace años el movimiento ambiental y ecologista sevillano, así como diversas personas, profesionales y entidades científicas y sociales, con objeto de su salvaguarda como espacios libres y zonas de altos valores ambientales. Son los casos de la Dehesa de Tablada, Cortijo del Cuarto, Isla de Tercia, Lagunas de Sevilla Este y Torreblanca, Pulmón Verde Arrayán, Parques del Guadaira, Tamarguillo, Miraflores, Aljarafe así como otros espacios metropolitanos singulares.
También el marco normativo existente es el más favorable para llevar a cabo este tipo de actuaciones en nuestras ciudades. Así la Ley de Restauración de la Naturaleza de la UE “busca regenerar los ecosistemas degradados de sus territorios, contribuir a alcanzar los objetivos climáticos y de biodiversidad de la UE y mejorar la seguridad alimentaria” y obliga a los estados miembros a restaurar para el año 2030 al menos el 30% de los hábitats contemplados en la nueva ley (desde bosques, pastizales y humedales hasta ríos, lagos y lechos coralinos), aumentando los porcentajes de restauración en loa años siguientes (60% en 2040 y 90% en 2050).
Finalmente Sevilla es una de las ciudades elegidas por la Comisión Europea para lograr urbes inteligentes y climáticamente neutras de aquí a 2030, abriendo la posibilidad a nuevos fondos y vías de financiación europeas en condiciones favorables para conseguir el objetivo de cero emisiones en dicho año.
Ante todo lo anteriormente expues no queda más que ponerse manos a la obra. Nuestra ciudad lo agradecerá.
También te puede interesar