La cicatriz de Chipre (1974-2024)

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La cicatriz de Chipre (1974-2024)

29 de julio 2024 - 03:07

En un frívolo aguafuerte, en la milenaria historia de Chipre convergen Afrodita, la diosa griega del amor (nacida de entre las espumosas aguas de Pafos), y Georgios Kyriacos Panayiotou, a la sazón George Michael, cantante y sex symbol, de orígenes chipriotas. Por el abigarrado friso histórico de la isla (la tercera más grande del Mediterráneo tras Sicilia y Cerdeña), también aparecen los persas de Darío, los griegos descritos por Homero, el helenismo macedonio (y luego los ptolomeos), Roma, el imperio bizantino, los árabes, Ricardo Corazón de León (contrajo nupcias en Chipre con Berenguela de Navarra en 1191), el reinado católico de Enrique II Lusignan, Venecia, el largo y decisivo periodo otomano (1571-1878) y, como epígono, la colonización británica hasta la independencia de Chipre en 1960 (precedida y seguida de atentados y disturbios entre grecochipriotas y turcochipriotas). En los últimos años se ha formado una gran colonia rusa (de antes de la invasión de Ucrania). La laxa Chipre –véase Limasol– es casi un banco ruso del Mediterráneo oriental.

Hace justo ahora 50 años, del 20 de julio a agosto de 1974, los turcos invadieron el norte de Chipre tras décadas de luchas interétnicas entre grecochipriotas y turcochipriotas. Fue la respuesta al golpe de estado urdido en la isla contra el arzobispo Makarios III (padre de la patria chipriota), ideado por radicales favorables a la enosis (unión con Grecia) y apoyado desde Atenas por la dictadura de los coroneles (Makarios había enfriado la enosis y buscó aproximarse a la URSS y a los Países No Alineados). Para defender a sus hermanos chipriotas, el gobierno turco de Bülent Ecevit envió al ejército en un formidable ataque combinado de dos fases: la Operación Atila. Del paso de Kyrenia hacia la capital Nicosia, hasta la toma de la turística Famagusta, los combates remarcaron una disuasoria franja de separación (ya esbozada por los británicos años atrás con un lápiz de color verde). Es la actual Línea Verde, una zona desmilitarizada de largos kilómetros que parte la isla en dos comunidades étnicas.

La toma del aeropuerto de Nicosia concentró gran parte de la balacera entre el ejército turco y los bravíos soldados grecochipriotas. En el 50 aniversario de la Operación Atila, lo singular del panorama es el dejo fantasmal que el conflicto sigue dejando, paradójicamente, en ciertos enclaves de la muy turística Chipre. Es asombroso. Nicosia es la única capital europea que se halla dividida visiblemente con sacos terreros, casetas militares, personal de la ONU y pasos fronterizos que unen la actual y aislada República Turca del Norte de Chipre (RTNC) con la propia República chipriota, situada al sur y perteneciente a la UE. El viejo aeródromo es hoy una maqueta de guerra detenida en el tiempo. Es como un No Lugar, morbosamente tétrico, donde aún son visibles impactos y esquirlas (parte de la Línea Verde sigue estando minada). De igual modo, la otra postal fantasma de la isla la ofrece el distrito de Varosha, en Famagusta, antaño conocida como la Riviera chipriota, visitada por los guapos y las guapas del papel couché de antaño (Sophia Loren, Brigitte Bardot, Richard Burton, Elisabeth Taylor).

Tras la invasión, los grecochipriotas de Varosha (33.000) huyeron, literalmente, casi con lo puesto, creyendo que regresarían pronto a sus hogares. Jamás volvieron. Sus propiedades adormecen en el limbo. En Varosha el tiempo se congeló, con escenas y dioramas de un apocalipsis en versión Netflix (pueden verse por Youtube algunos vídeos). Salvo algún que otro recorrido permitido, el ejército turco prohíbe taxativamente todo acceso a la inerte Varosha. No faltan, según se dice, estampas urbanas donde se ven maniquíes expuestos en viejas tiendas, coches de época en concesionarios abandonados, avenidas desoladas, hoteles muertos, playas como de ficción donde sólo desovan extrañas tortugas. Famagusta tiene hoy casi 50.000 habitantes, entre turcochipriotas y colonos venidos de Anatolia. La desconocida y ambigua RTNC, sólo reconocida por Turquía, tiene algo más de 300.000 residentes. Sólo una parte son autóctonos y el resto llegó al norte de la isla desde 1974 (hay 35.000 soldados turcos que tienen presencia permanente).

Pese a su insólito ingreso en la UE (2004), Chipre, edén de rusos y jubilados europeos, ofrece hoy esta singular anomalía territorial, administrativa y paisajística. Es la consecuencia dolorosa de la Gran Bretaña colonial (los británicos mantienen dos territorios operativos en la isla) y del enquistamiento de un problema intercomunal entre griegos y turcos chipriotas que parece irresoluble.

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