La tribuna
Javier González-Cotta
El Grinch y el Niño Dios
Las explicaciones dadas por funcionarios de la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla para no tomar en consideración la reutilización de las piezas de granito en las obras llevadas a cabo en el callejero histórico se pueden calificar, cuando menos, de excusas poco fundamentadas, ausentes de la necesaria sensibilidad que los tiempos requieren y de la situación de emergencia climática declarada por la propia corporación municipal. Por ello son inadmisibles.
En ningún caso puede parecer que la cuestión de la pavimentación de nuestras calles es un asunto sin importancia y, mucho menos, en estos momentos de dolor y prueba a los que estamos sometidos. El empleo o no de las piezas de granito que ya tapizan nuestras calles en las labores de modernización de las redes de saneamiento o su sustitución por otro material traído de centenas de kilómetros de distancia es un tema que, aunque aparentemente pudiera parecer que solo interese a una minoría, en realidad va al meollo de lo que debe ser la gestión de un modelo de ciudad más sostenible y que cree realmente en la economía circular. Reutilizar es un signo de sabiduría, no un capricho nostálgico.
Nuestra postura está muy lejos de situarse en una satisfecha plataforma de ciudadanos con una autoconcedida autoridad intelectual; pensamos honestamente que lo que proponemos es de rabiosa actualidad y más en estos tiempos de zozobra y dificultades. Esta convicción se acentúa al leer las explicaciones que se han ofrecido por la Gerencia Municipal de Urbanismo en las preguntas recogidas por este periódico, centradas en aspectos exclusivamente económicos (Diario de Sevilla 2-abril-2020).
Si algo tenemos claro en estos momentos de incertidumbre, es que el modelo imperante de globalización, regido única y exclusivamente por aspectos económicos y de eficacia, no es la respuesta a los problemas con los que se enfrenta la humanidad, más cercanos a planteamientos socioeconómicos integrales y a la eficiencia. Hoy es la pandemia de coronavirus Covid-19 la que nos desarma con su capacidad infecciosa y letalidad, pero no se puede olvidar otra catástrofe de efectos que no serán menores: el cambio climático que de forma solapada y más lenta altera los ciclos naturales de la agricultura, la ganadería y, con ellos, todos los asociados a la actividad humana, por no hablar del incremento de la contaminación, el empleo creciente e ilimitado de plásticos y materiales cuyos residuos somos incapaces de procesar, etc.
Parece evidente que es necesario un cambio profundo de mentalidad. Hemos de admitir que el modelo del mal llamado desarrollo seguido hasta hoy no es sostenible. La próxima generación (y no es necesario ya hablar de generaciones futuras, la más cercana ya va a estar afectada) no va a poder alcanzar mejores niveles de desarrollo con los mismos principios y ventajas que nosotros. Es obligado detenernos a pensar en otras estrategias que comporten un uso más inteligente de los recursos naturales, en una política decidida que minimice la producción de residuos, el desarrollo de una economía circular en la que se primen empleos locales y el saber hacer de nuestros artesanos en detrimento de la exportación de capitales, etc.
Por ello la justificación económica para no reutilizar el granito de Gerena en la pavimentación de nuestras calles, además de ignorar los aspectos históricos, culturales y patrimoniales asociados a este material es un ejemplo perfecto de una mentalidad acomodada, antigua, anclada en el pasado y peligrosa que rechaza estudiar nuevas soluciones que superen los nuevos desafíos.
No hace mucho se ha leído un trabajo de fin de grado en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla en el que se ponen números a una realidad que a nadie puede sorprender: es mejor reutilizar que desechar y comprar otro material. El análisis del ciclo de vida (ACV), herramienta de gestión considerada en nuestra legislación sectorial, demuestra que la reutilización del adoquín de Gerena es significativamente más sostenible que su sustitución por otro material, concretamente el adoquín de Quintana de la Serena que es lo que se ha venido ejecutando en los últimos tiempos.
En reuniones con la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla, además de demostrar físicamente la posibilidad de cortar un adoquín con una sierra circular para obtener dos piezas con una superficie lisa, también hemos defendido la realización de un pequeño proyecto piloto para valorar las posibilidades técnicas y las posibles dificultades operativas que podrían surgir de dicha reutilización. Los datos económicos presentados ahora nos sorprenden porque no nos consta la realización de dicho estudio y se apartan sustancialmente de las primeras valoraciones con las que contamos.
Que la reutilización de los adoquines tradicionales de Gerena es una labor sostenible y respetuosa con el carácter de la ciudad es algo obvio. Alguien dijo que lo obvio no hace falta explicarlo. Pues sí, a la Gerencia Municipal de Urbanismo hay que hacerlo y, además, ni siquiera así lo entienden.
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