La tribuna
Una cooperación de familia
Tribuna de opinión
Los barrios son el pulso de la ciudad y el reto a que aspira la gobernanza sevillana. No podemos olvidar que la historia de la ciudad ha sido la historia de sus barrios. En un barrio de Sevilla todas las personas se sienten vinculadas socialmente, llegando a sentir su pulso cual si fueran seres vivos.
Los límites de un barrio son reconocidos por los vecinos como algo que no necesita explicación, ya que distinguen perfectamente el sentir particular sin lugar a ninguna duda. Es también el barrio la escala de trabajo para resolver los problemas de la ciudad, la suma ordenada de sus partes y de su forma de ver la vida.
Por esta razón el control de los barrios resulta objetivo inexcusable de todo gobierno municipal que se precie. Lo saben muy bien los gobiernos, y son temerosos con lo que sucede de anormal en cada barrio sin su conocimiento, no vayan a desestabilizar su “control total” como pretenden.
Definir la ciudad saludable en el siglo XXI es recuperar el protagonismo y el compromiso de sus barrios. El futuro de nuestra ciudad está en los barrios, y en algún momento habrá que renunciar a la anacrónica y desafortunada función de los sosos e insulsos distritos, incapaces de generar ilusión o sentimiento de lugar común.
Los barrios son los únicos que pueden defender su patrimonio, su cultura y sus singularidades que los diferencian. Sin embargo, la situación ha cambiado desde los años 80. Y, aunque las personas estén desmovilizadas en las reivindicaciones justas, parece oportuno volver a hacer como en los años difíciles, incluso con altavoces en mano, como recientemente han salido los vecinos de la barriada de Astilleros Españoles en Elcano, por unas licencias correctas, aunque inmorales, que van a conseguir destruir en pocos años el importante patrimonio urbanístico que tienen los barrios obreros de la ciudad.
En el caso que nos ocupa este artículo están de suerte los barrios de El Plantinar y el Tiro de Línea, que venían reclamando una solución justa para solventar la precariedad de las redes de aguas pluviales, al exigir que se incluyeran criterios de cohesión social y justicia territorial en las inversiones de infraestructuras del agua.
Finalmente, después de la insistencia, la dirección de Emasesa se ha sensibilizado con sus reclamaciones y tendrán redes separativas de aguas residuales y pluviales, evitando las incómodas lluvias torrenciales, que se van a incrementar con el cambio climático. El mismo nombre de algunos de estos barrios ya nos indica, sin lugar a dudas, su condición históricamente inundable (El Juncal, Plantinar, etc.), palabras que recuerdan su ubicación en antiguas llanuras del arroyo Tamarguillo.
La construcción de un nuevo colector de aguas pluviales va a permitir evacuar las aguas de lluvia directamente hasta el río Guadaíra. Es un botón de muestra más de cómo la sensibilidad con los barrios va tomando protagonismo. Actuaciones que se verán acompañadas con sistemas para el drenaje sostenible de las aguas de lluvia, facilitando la máxima infiltración de las lluvias en el terreno, con amplias zonas verdes de recepción y empleo de soluciones con pavimentos filtrantes.
Miren ustedes, para ser consejero delegado de Emasesa lo más importante es ser buena persona. Desde el por mí admirado José Luis Prats hasta la gran persona que es Jaime Palop Piqueras, la oscuridad y el trabajo con la luz apagada prevalecieron en la empresa metropolitana, que hasta hace bien poco llamaba a los sevillanos “clientes” del agua, de forma similar a si se tratase de las empresas de servicios de telefonía móvil o la fábrica de Coca-Cola.
Cuanta más agua se vendía, pues mejor para el negocio. Ahora es al revés, empeñados en cuanta menos agua se consuma mejor. Hasta hace muy pocos años, lo social debía esperar para más tarde, lo importante eran otras cosas. Reconocer el Derecho Humano del Agua no era el objetivo y ahora es una cuestión prioritaria de la empresa, con 6.200 familias ayudadas en sus recibos.
Lo mismo ocurre actualmente con la defensa del patrimonio industrial o las actuaciones ambientales en el entorno de los embalses que suministran agua. Ambos temas ya forman parte básica en la responsabilidad social de la empresa, única en la provincia en defensa de lo público, por mucho que se empeñen juntos el bajo perfil que tienen en estos temas el Consorcio Provincial, Aljarafesa o las Aguas de Écija. Es el único camino viable para que la próxima primavera vuelvan a reverdecer los campos, y el paisaje sea ese lugar interior de cada persona.
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