La tribuna
Javier González-Cotta
El Grinch y el Niño Dios
Tras el lamentable intento de tala y su paralización judicial, que dejó al Ficus de San Jacinto mutilado, la anterior dirección de Parques y Jardines procedió a cubrir con arpillera las ramas desnudas y aplicó unos tratamientos con endoterapia y riego, siguiendo la orden judicial al Ayuntamiento de asegurar la seguridad del mismo.
Estos trabajos, permitieron una brotación rápida y un sombreamiento de la corteza por las nuevas hojas, hasta cubrir prácticamente la totalidad de las ramas. Lamentablemente, los cuidados fueron interrumpidos en primavera por “temas administrativos”, alargando el periodo electoral la falta de cuidados, hasta que con la nueva alcaldía se ha incluido al ficus en los riegos nocturnos del arbolado de la zona.
Tenemos así, a día de hoy, un árbol centenario, que ha tirado de reservas durante este primer año de su “renacimiento”, al haberlo dejado sin hojas para producir alimento, con evidente buen estado de brotación hasta que el aumento de las temperaturas y la falta de riego ha terminado dañando la foliación en su cara Sur-Oeste, la más expuesta al sol, donde vemos las hojas jóvenes quemadas. La situación de las raíces superficiales, por otro lado, machacadas durante la tala por la caída de troncos de grandes dimensiones, están en un estado deplorable de hidratación con su corteza cuarteada y probablemente con sus células internas quemadas en la cara superficial, al igual que vemos porciones de tronco desnudo en esta orientación con grietas que serán mas profundas internamente, producto de la acción solar.
Estas quemaduras fueron la causa en 2021 del desgraciado accidente que condujo a varios vecinos al hospital, producto de la lamentable poda recibida en 2018, que dejó desnudas sus ramas, en una especie sin suficiente ritidoma de protección contra la radiación, y que terminaron con la solicitud de tala.
Si bien la vuelta a los riegos y cuidados mejorará su situación, es evidente que hay que incluir este árbol monumental en el grupo de ficus con cuidados especiales que, a raíz del movimiento social de rechazo a la tala, se creó en Parques y Jardines el pasado año.
Siempre hemos creído y defendido que el templo y el Ficus son compatibles y así informamos tanto a la parroquia como al Ayuntamiento y al juez que terminó considerando la paralización de la tala.
Hay tres premisas fundamentales para su futuro: la seguridad de las personas, la preservación del patrimonio arquitectónico de la parroquia y, por supuesto, la vida del abuelo de Triana.
La primera, está encauzada, al haber acordado el alcalde con el párroco la cesión de la propiedad para devolver como plaza pública a Triana el antiguo compás del convento y el cuidado de sus elementos, incluido el ficus. Hay, por tanto, que garantizar que la nueva copa que se forme lo haga bajo unos parámetros estructurales estables y seguros. A mi entender, lo primero es ir estudiando los dos próximos años la evolución de las nuevas ramas e ir seleccionando las que terminarán conformando la futura copa, aunque primero hay que adecuar la estructura que dejó la tala paralizada, equilibrando el crecimiento de la base, reduciendo el “muñón” que quedó más elevado y que ya presenta en su cara sur fisuras en la corteza en la zona no protegida del sol por hojas o arpillera.
Y, segundo, revisando los cortes realizados durante la tala, eliminando desgarros, utilizando herramienta adecuada y procurando pendientes que eviten el acúmulo de agua en los mismos y la aceleración de la putrefacción del duramen. Aplicar una masilla protectora hasta el borde del cambium para preservar los cortes de los efectos climáticos su desecación sería conveniente hasta que las heridas inicien la compartimentación, que nunca será completa en estas dimensiones, sin olvidar que con carácter urgente hay que cubrir las raíces las raíces superficiales con un acolchado desinfectado.
El ficus, con secciones de cortes de ramas superiores a los 70 centímetros, como tiene ahora, difícilmente podrá volver a contar con la magnífica copa que tuvo en su día. Las nuevas ramas descansarán sobre troncos seccionados de gran dimensión que deben ser controlados periódicamente para retrasar su pudrición y, por tanto, la estabilidad de las nuevas ramas. Su conservación ha de ser, pues, tras la tala más intensiva que en otros ficus de la misma edad, pero este Ficus macrophylla de 110 años es un valor ambiental y patrimonial para la ciudad que no puede volver a ponerse en cuestión y contamos con técnicos arboristas con capacidad suficiente para desarrollar estos trabajos con calidad y seguridad.
Adicionalmente puede plantearse una pérgola perimetral estructural, a lo largo de la acera afectada por la futura copa, para evitar posibles caídas de ramas sobre viandantes, como se ha hecho en Murcia.
En segundo lugar, el templo. Las raíces que han invadido el atrio de la Iglesia sabemos que son superficiales, de pequeño diámetro y que se desarrollan por encima de la cimentación, dato omitido por el informe del arquitecto de la parroquia que sirvió de base para la tala. Son pues raíces exploradoras y oportunistas buscando humedad y nutrientes. Sería necesario, para evitar daños futuros, generar una barrera antirraíces junto a la fachada de la iglesia hasta una profundidad de al menos un metro, que evite el crecimiento hacia el templo y acompañado de un estudio del subsuelo bajo el mismo para evitar que el previsible aumento de la humedad, eliminado el efecto succión del ficus, afecte estructuralmente a la misma.
La restauración de la plaza ya de uso público, gracias al nuevo Ayuntamiento, es una buena oportunidad para acometer un proyecto de estas características que incluya el tratamiento del subsuelo como un Sistema Urbano de Drenaje Sostenible (el modelo Stockholm por ejemplo), que garantice un crecimiento radicular controlado y dotado de sistemas de riego y aporte de nutrientes, para permitir su vida al menos otros 100 años con garantías de seguridad.
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