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Frente a los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística referentes al índice de producción industrial (IPI) correspondientes al mes de noviembre de 2022 y a espera de que hoy se publiquen nuevos datos, las noticias hasta el presente no han sido demasiado alentadoras.
En Andalucía, el IPI ha caído un 5,6% en comparación con el mismo mes del año anterior. Siendo negativo este retroceso, hay datos adicionales que nos deben hacer reflexionar. La caída es sustancialmente mayor a la media nacional, situada en el 1,8%, y además no se debe perder de vista que, en noviembre de 2021, mes de referencia para la comparativa interanual, estaban en vigor medidas que limitaban la movilidad para evitar la propagación de la pandemia en todo el país, que hoy ya están plenamente superadas con la ansiada recuperación de la normalidad.
Dejando al margen sectores que, pese algún vaivén, han supuesto el tradicional sostén de nuestra económica (sector servicios vinculado al turismo y construcción), es el momento de aplicar políticas que tengan como objetivo la industrialización de Andalucía y de España, de manera que, podamos convertirnos en un país que tenga una mayor resistencia ante situaciones críticas, llámense Covid-19, guerra de Ucrania, subida de los costes de la energía o inflación.
Nuestros gobernantes deberían ser conscientes que la política de investigación, desarrollo e innovación debe ser revisada por completo, por ser un pilar clave en la estrategia de industrialización de una colectividad. Se debe incidir en la calidad y las características de los proyectos a impulsar y los mecanismos de ayudas y/o financiación para su realización. Asimismo, se debe construir un marco de cooperación entre las esferas central y autonómica con el tejido empresarial que funcione de una manera mucho más ágil y rápida, que otorgue seguridad jurídica y cuyos frutos animen al mundo empresarial a realizar un esfuerzo adicional por destinar determinadas partidas a proyectos de investigación o innovación y llevar a cabo inversiones con el objetivo de alcanzar un mayor nivel de productividad.
Otro aspecto que cabe destacar es la formación. Se deben desarrollar un mayor y más diversificado número de programas que permitan disponer de un personal cada vez más capacitado en el uso de las nuevas tecnologías y que puedan cubrir puestos de trabajo en empresas más sólidas, como actualmente son las industrias de alta tecnología e intensivas en capital.
Es conocido, que el 94% de las empresas constituidas en España tienen menos de diez trabajadores y de dos millones de euros de cifra de negocio. Además, el 55% de este colectivo se dedica al sector servicios. Con este tejido empresarial somos demasiado vulnerables ante situaciones de crisis económicas fuertes y duraderas. Por ello, no todo debe quedar en manos del sector público, sino que las compañías deben llevar a cabo un análisis interno que les permita adoptar decisiones con el claro objetivo de ganar tamaño y competitividad.
En este contexto, uno de los aspectos clave es la inversión en intangibles que le permita a nuestras empresas tener una mayor calidad de la organización del trabajo y de las políticas de recursos humanos. Somos un país homologable a las economías más industrializadas en cuanto a inversión en activos tangibles (maquinaria, instalaciones, inmuebles, etc.), pero estamos muy lejos en cuanto a inversión en digitalización y sistemas de gestión destinados a mejorar la estructura organizativa de nuestras empresas.
Otra de las reflexiones que nos ha sugerido la pandemia es la necesidad de llevar a cabo un cambio en las decisiones comerciales de manera que exista una gestión de riesgos más sofisticada. En este contexto, es posible que determinadas compañías tengan que acortar su cadena de valor, acercándolas al cliente final o que deban adoptar decisiones de diversificación de proveedores o del momento de acopio de material.
En definitiva, todos -sector público y privado- tenemos la responsabilidad de adoptar las decisiones oportunas para resultar atractivos de manera que el talento individual y las multinacionales vean un atractivo en Andalucía y en España para localizar proyectos empresariales dentro su cadena de valor. Somos una región con un alto nivel de vida, envidiado por muchos, pero todos debemos poner nuestro granito de arena a la hora de construir un entorno laboral que dependa menos de nuestro turismo y el tejido industrial tenga un mayor peso específico. Así seguro que nos irá a todos mucho mejor.
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