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La discusión sobre la energía nuclear encontró espacio en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebrada recientemente en Glasgow. Sobre la base de que la energía nuclear es una energía que no emite CO2 y que, por lo tanto, puede ser útil para el cumplimiento a nivel global de los objetivos del Acuerdo de París, Francia quiere abrir el debate para considerarla una energía sostenible e incluirla en la taxonomía de finanzas verdes de la Unión Europea. De este modo, tendría acceso a los fondos públicos de recuperación y resiliencia. Esta postura no es compartida por otros países como Alemania y España, que ven la energía nuclear muy peligrosa, lenta en la creación de infraestructuras y con graves impactos ambientales.
La energía nuclear no es una opción para España, tanto por razones económicas como temporales, de seguridad y ambientales. Empezando por estas últimas, si bien es cierto que no produce emisiones de CO2, genera residuos cuya peligrosidad permanece durante decenas de miles de años y cuya gestión, tratamiento y eliminación son cuestiones que no están resueltas aún. Además, las centrales nucleares necesitan inmensas cantidades de agua para su funcionamiento (100.000 metros cúbicos de agua por hora para refrigerar cada reactor). En un país como el nuestro, con graves problemas de sequía y teniendo en cuenta los escenarios climáticos a los que se enfrenta España, no parece que la energía nuclear sea la más apropiada. Por otro lado, la enorme demanda de agua, unida a la necesidad de que las centrales nucleares han de ser construidas en zonas sin riesgo sísmico, limita enormemente las ubicaciones posibles en España, y hace dudar aún más de que la energía nuclear sea una opción viable para nuestro país.
En cuanto a las razones económicas, según los expertos, en la actualidad ninguna empresa eléctrica estaría interesada en poner en marcha una central nuclear, ni ninguna entidad financiera dispuesta a financiarla, dadas las incertidumbres de todo tipo que se ciernen sobre este tipo de proyectos. Y es que, según el último informe del IPCC, el tiempo que tardaría en construirse y estar operativo un nuevo reactor nuclear es de unos 19 años, con posibles cambios de Gobierno entre medias. Mientras que una central fotovoltaica de 1 gigavatio puede estar funcionando en un año, no presenta riesgos para la salud, no necesita agua y los impactos ambientales son infinitamente menores. Además, los expertos en mercados energéticos señalan que, ahora mismo, una nuclear nueva genera electricidad a cuatro veces más coste que la eólica o la fotovoltaica.
Pero es que, la energía nuclear tampoco resuelve el problema de la dependencia energética, ya que deberíamos importar uranio con el coste que esto supondría. Tampoco disponemos de la tecnología para el diseño de reactores, por lo que tendríamos que importarla, y tampoco disponemos de patentes para la fabricación de los elementos combustibles. Por el contrario, disponemos y exportamos tecnología eólica y solar, y su implantación está reduciendo nuestros costes. En 2018, la energía procedente de fuentes renovables ahorró 8.702 millones de euros en importaciones fósiles, de acuerdo con los datos de la Asociación de Empresas de Energías Renovables. Si además tenemos en cuenta en enorme potencial que en nuestro país tienen las energías renovables (solar, eólica, biomasa, geotérmica, etc), parece lógico apostar por el desarrollo renovable mucho más que por el nuclear.
El parque nuclear español está formado por siete reactores que generan el 20% de la electricidad consumida, mientras que en 2020 el 44% del total de la energía generada en nuestro país fue renovable. Según estos datos, parece lógico pensar que el cumplimiento del actual marco estratégico de implantación de energías renovables en España nos permitirá para avanzar hacia un modelo energético independiente, eficiente y sostenible sin necesidad de energía nuclear.
Por tanto, La energía nuclear no es una solución a las necesidades energéticas de España y tampoco es una solución a los retos climáticos. Es demasiado lenta, cara y peligrosa, y no ha resuelto su problema con los residuos. En todo caso, no debemos olvidar que no se trata de producir más y más energía. Aumentar nuestra independencia no sólo depende de reducir las importaciones. Un uso eficiente de la energía es aún más determinante.
Recuerden, no se trata de producir más energía, sino de hacer un uso eficiente de la que producimos.
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