La tribuna
Furia, bulos y la indignación como motor de cambio
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Escribir de José Antonio Primo de Rivera Sáenz de Heredia puede ser peligroso, pues seguro que me llamarán "facha" o "fascista". Pero no me importa que me puedan criticar por defender públicamente a esta figura histórica, pues mi vida ha transcurrido por unos cauces muy alejados de la política. A José Antonio mataron si querer saber y aceptar que estaba con contra de la Guerra Civil y que, incluso, propuso retirar del frente las banderas de Falange, formar un gobierno de concentración con mayoría socialista y conceder una amnistía general, menos a los presos con delitos de sangre. Pese a todo esto, quitarle a José Antonio el apelativo de "fascista" es más que difícil.
Cierto es que se dio un golpe de estado, pero hay que tener en cuenta había muchos españoles a favor del mismo ante el desastre que imperaba en España. Como es sabido el golpe fracasó, aunque es seguro que José Antonio rechazaba una guerra entre hermanos, como así demostró en sus declaraciones en la prisión de Alicante.
Después, la imagen de José Antonio la construyó la dictadura del general Franco, muy separada del pensamiento político del fundador de la Falange, al que llamó El Ausente. José Antonio, que era hijo del general Miguel Primo de Rivera Orbaneja, el mismo que, atendiendo la petición de S.M. El Rey Alfonso XIII, tomó el poder como dictador en 1923. José Antonio se opuso a esa decisión política de su padre y, sin querer interferir, se dedicó a trabajar en su bufete de abogados, que era su verdadera vocación (primera nota del fascista que no era).
Tras caer la dictadura en 1930, don Miguel murió en Francia entre las críticas de muchos militares y monárquicos. La defensa de la memoria de su padre fue la única razón por la que José Antonio se inició en política, llevando en su bagaje político muchos avances sociales, algunos iniciados por su padre y sin ningún tono de fascismo.
Cuando José Antonio empezó su carrera política le pidió colaboración a su familia y amigos, entre ellos a mi padre, un agricultor al que mandó a buscar simpatizantes por Andalucía. Mi padre, Sancho Dávila y Fernández de Celis, escribió con el también jerezano Julián Pemartín el primer libro sobre esta figura, Hacia la historia de la Falange (Jerez Industrial, primera edición). En esta obra, podemos ver que José Antonio escribió que la "única idea buena" , que consideraba del fascismo de Mussolini, era "el ir contra la lucha de clases". Más adelante, en una carta que escribe Primo de Rivera al propio Pemartín, y que se recoge en el citado libro, leemos "si en Jerez como en Madrid hay amigos vuestros cuyos hígados padecen con la perspectiva de que yo quisiera erigirme en caudillo del fascio, los podéis tranquilizar por mi parte". Y añade: "Yo, por mi parte, serviría para todo menos para caudillo fascista". Como me confirmó mi padre, José Antonio era la persona menos totalitaria que había conocido.
La temprana muerte de José Antonio con treinta y tres años hizo que no se le conociera más profundamente y que se uniera su figura irremediablemente a la dictadura de Franco. Sus discursos escritos no son muchos, pero son perfectos. Critica la lucha entre los partidos políticos y la lucha entre clases. Se presentó a las elecciones democráticas por la formación Unión Monárquica y fue un brillante parlamentario, tanto en el periodo electoral como en su labor como diputado. Se opuso ta ir en una convocatoria electoral en la misma lista que el general Franco, con el cual no tenía buena sintonía. A José Antonio, al morir joven, no le fue posible hacer más, pero sus hermanos y sus más íntimos colaboradores opinaban que habría conseguido importantes avances sociales, económicos y culturales y nos habría separado de las figuras de Mussolini y de Hitler. Ya muerto, los fundadores de su Falange Española se opusieron al Decreto de Unificación, (que hizo Franco a su medida para iniciar la dictadura y finiquitar los ideales de José Antonio) opinaban que si José Antonio hubiera vivido su empuje podía haber evitado la dictadura que propició Franco y habríamos iniciado la democracia 50 años antes. La oposición al Decreto de Unificación provocó detenidos y muertos entre los fundadores de Falange. Entre ellos estaba mi padre Sancho Dávila, que después de la condena fue indultado y gracias a eso nací yo. Está claro, en la opinión de sus más íntimos colaboradores, que si José Antonio hubiera vivido se habría opuesto, con más fuerza y más éxito al Decreto de Unificación, que propició la dictadura.
En la cárcel de Alicante no se fusiló a un fascista, sino que se consumó un error histórico, la muerte de un hombre importante que sigue siendo actualmente desconocido por muchos.
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