Amparo Rubiales

Dejar a los niños y niñas en paz

La tribuna

Nadie es propiedad de nadie, sólo hay que aprender a ser libres e iguales. Por el bien de la ciudadanía, hay que dejar a los niños y niñas en paz

Dejar a los niños y niñas en paz
Dejar a los niños y niñas en paz / Rosell

22 de enero 2020 - 02:32

No hace ni un mes desde que tenemos un Gobierno progresista de coalición, por primera vez desde que se aprobó la Constitución, que ha costado trabajo, porque los resultados de las elecciones no lo han puesto fácil. Parece que ya no gusta el bipartidismo, seguramente porque creemos que los problemas son otros y desde la política hay que enfrentarlos de manera diferente: hay que dar soluciones nuevas a problemas nuevos y no cabe duda de que, en España y en el mundo, los problemas son nuevos y muy difíciles.

El informe de Oxfam Intermon dice, sobre el trabajo de cuidados no remunerados de mujeres en el mundo, que este equivale a 10,8 billones de dólares anuales. "En España el valor de los cuidados no remunerados fue de 180 millones de euros y 130 millones de horas, lo que equivale a 16 millones de personas trabajando ocho horas al día". Sin embargo, siguen diciendo que la desigualdad entre hombres y mujeres es un invento del feminismo, y que éste es "una ideología" perversa y que hay que impedir que nuestros hijos e hijas se formen en ella, sin autorización de sus progenitores.

A las derechas no le gusta el Gobierno de coalición, que, es, por otra parte, lo normal en gran parte de nuestros municipios y en nuestras CCAA: sólo 3 de los 17 gobiernos regionales tienen mayoría absoluta. En Europa, en 19 de los 28 países que la integran se gobierna en coalición, en algunos de hasta cuatro partidos.

Apenas transcurridos quince días del nuevo Gobierno, nos salen con una propuesta que llaman pin parental, un veto de los padres y madres a la libertad de enseñanza de sus hijos e hijas (sí, voy a desdoblar el lenguaje, porque, en contra de lo que reitera la RAE, el masculino no incluye al femenino, más que por razones patriarcales).

Como escribe el catedrático de Derecho Constitucional, Octavio Salazar, "la educación en nuestro país siempre ha sido un campo de batalla, tal vez porque se trata no sólo de un derecho social fundamental, sino también de un derecho político, en la medida de que uno de los fines esenciales de la escuela democrática es preparar a los niños y a las niñas para el ejercicio de la ciudadanía. Es decir, y tal y como recoge el art. 27,2 de nuestra Constitución, el objetivo de la educación no es sólo la transmisión de conocimientos y saberes, sino también de los valores y de las herramientas que hacen posible el pleno desarrollo de la personalidad y la garantía efectiva de los derechos humanos." Algo asumido por la sociedad, hasta que Vox impone la censura parental y el PP abraza con ardor la idea.

Pablo Casado ha dicho: "¿Me están diciendo que es como dicen las familias en Cuba, que los niños son de la revolución? ¿Vamos a llegar a que los niños también delaten a sus padres cuando no son buenos revolucionarios como pasa, a día de hoy, en Cuba? ¿Vamos a llegar también a que los niños delaten a sus padres si no son buenos revolucionarios? Este es el punto de no retorno, esto es, para los que estamos en política, mucho más importante que la política territorial o cualquier otra cosa: esto es que nadie meta la mano en nuestros hogares".

Y recordé que a finales de los años 60 di una conferencia en la Facultad de Ciencias sobre La situación jurídica de la mujer en España; la brigada político-social de entonces estaba allí; no le di más importancia, pero años más tarde empecé tener problemas con el pasaporte, que me lo daban "por un solo viaje", y más tarde, siendo rector de la Universidad de Sevilla el profesor Clavero, mi maestro, me tuvieron seis meses sin renovar el nombramiento de profesora no numeraria; el profesor Clavero lo arregló y me dijo que mis "antecedentes penales" -sí, entonces los teníamos, sin causa que lo justificara- decían que en esa conferencia había dicho que "había que entregar los niños al Estado como en Rusia" (sic). Era porque defendí que la mujer no podía ser sólo esposa y madre.

Cincuenta años después el líder de PP, autodenominado constitucionalista, dice algo parecido y resulta que lo de que los hijos no son propiedad de los padres o madres lo ha dicho hasta el Papa: "Los padres son custodios y no propietarios de sus hijos". El PP le hace el trabajo sucio a Vox.

Pasa igual con la violencia contra las mujeres, que los hombres se creen propietarios de la "suya", y dicen aquello de "la maté porque era mía". Nadie es propiedad de nadie, sólo hay que aprender a ser libres e iguales. Por el bien de la ciudadanía, hay que dejar a los niños y niñas en paz.

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