La tribuna
La vivienda, un derecho o una utopía
La tribuna
Isidoro Moreno ha sido agraciado por la RTVA de su tocayo, el Sr. Moreno Bonilla, con un programa de loa y alabanza al llamado "Padre de la Patria Andaluza", Blas Infante. En dicho programa, el referido catedrático dice que no va a hacer "propaganda", sino "pedagogía", ya que, al parecer, considera que los usuarios de la televisión pública andaluza son menores de edad a los que él puede "educar" a su gusto; pues para eso se ha dedicado a la enseñanza toda su vida y ha militado en un partido antifranquista tan exquisitamente "democrático" como era el "Partido del Trabajo", militancia de la que se siente muy orgulloso.
Por si algún lector no lo sabe, les diré que el llamado Partido del Trabajo era una formación de estricta observancia marxista-leninista-maoísta, que estuvo especialmente activa al tiempo que se producía en China la llamada Revolución Cultural Proletaria (1966-1976), la misma que costó una ristra de millones de ejecutados bastante considerable. Pues al PP de Moreno Bonilla le parece bien darle un aula televisiva a semejante "soberanista", manera discreta con la que se designa a un independentista andaluz. Al parecer, a ninguno de los dos Sres. Morenos les importa un bledo lo que dice al respecto la Constitución Española.
Don Isidoro cree, efectivamente, que está dirigiéndose a menores de edad, porque habla de "pataleta" de Vox. Pretende transmitir la impresión de que somos unos niños pequeños, a quienes han contrariado en un capricho. Con todo mi respeto, hay que decirle al Sr. Moreno que Vox tiene razones de peso para oponerse a este dispendio, como vamos a tratar de sintetizar aquí. Como ciudadanos que pagamos impuestos, tenemos criterio propio y no admitimos que desde un organismo público, que debería ser plural y objetivo, como es RTVA, se inculque de manera "pedagógica", una visión sectaria y partidista de nuestro pasado reciente.
Somos muchos millones de españoles los que sostenemos, con múltiples razones, que el llamado "Desastre de Cuba" (1898) produjo en nuestro país una depresión terrible, agudizada por los problemas de la Restauración y las disquisiciones de intelectuales depresivos pertenecientes a la Generación del 98 y a los llamados "regeneracionistas". Muchas de las propuestas que surgieron entonces, tales como la de Joaquín Costa de "Escuela y Despensa", eran acertadas y positivas, pero surgieron también otras muchas absolutamente disparatadas, que veían la Historia de España como una sucesión de errores irresolubles y planteaban que había que empezar de nuevo liquidando la unidad nacional.
No es casualidad que surgieran por aquel entonces por todas las regiones de España, negadores de la nación milenaria, supuestos "patriotas" locales que encontraban en las evidentes diferencias regionales que hay en nuestro país excusas para formular una enmienda a la totalidad a la nación española, con una especial vocación de liquidarla. En ese contexto se enmarcan las sedicentes propuestas tanto de Sabino Arana, como de Prat de Riba, llenas de odio y de afán de discordia.
En este ambiente de desintegración nacional y de caos institucional que abarca de 1898 a 1931 (con secuelas hasta la actualidad), no hubo región en la que no aflorara algún espécimen antiespañol que venía a replantear la Historia en términos victimistas contra la patria común. Nuestro "Padre de la Patria Andaluza" tuvo al menos el acierto de no ser racista pero, por lo demás, no hubo disparate al que no se apuntara. Sus ideas georgistas en cuanto a economía, su furibundo antieuropeísmo, su concepción "tercermundista" de la política (basada en pedir "tierra y libertad" al modo de la Revolución mexicana de Pancho Villa o los movimientos anarquistas rusos); su ideal islamófilo de añoranza del califato andalusí; sus veleidades incluso golpistas y, en definitiva, su artificioso andalucismo exclusivista forman un engrudo ideológico, expuesto además de manera notoriamente confusa, que no aporta nada positivo a la Andalucía de 2021.
La España sanchista de hoy, con regiones en permanente estado de secesión (Cataluña) y otras privilegiadas e insaciables (como País Vasco y Navarra), con más políticos que en Alemania (que tiene casi el doble de población) y con desigualdades regionales vergonzosas, nos demuestra diariamente hasta dónde ha llegado la broma macabra de las autonomías.
Basar el futuro en una mentira sobre el pasado no conduce más que a perpetuar la receta del caos.
También te puede interesar
Lo último