Isidoro Moreno

Sobre Blas Infante y el andalucismo

La tribuna

Sobre Blas Infante y el andalucismo
Sobre Blas Infante y el andalucismo / Rosell

10 de agosto 2023 - 00:45

R ARO es el año en que alrededor del 10 de agosto, aniversario del asesinato de Blas Infante, no leamos o escuchemos exabruptos que tratan de desprestigiar a un hombre que dedicó toda su vida a luchar por el autorreconocimiento de los andaluces como Pueblo y por el ejercicio de los derechos que ello conlleva. Reconocido en el vigente Estatuto de Autonomía como “Padre de la Patria Andaluza”.

Normalmente, las andanadas descalificadoras, con su carga de odio e ignorancia, proceden de sectores de la extrema derecha, heredera ideológica de quienes fueron responsables de su asesinato. Pero este año ha sido una entidad dependiente de la Consejería de la Presidencia la que ha encendido la polémica al calificar, en las redes sociales, su muerte como “una desgracia” que sufrió, al igual que “tantísimos españoles”, como consecuencia de la “quiebra de la convivencia y de la democracia liberal”. Bien es verdad que, ante las reacciones suscitadas, el Centra publicó al día siguiente un comunicado: “Lamentamos profundamente el error de este twit y pedimos disculpas por ello”. Bienvenida sea la rectificación, pero esto no quita para que el “error” fuera un grave falseamiento de la realidad histórica y un burdo intento de blanquear el golpe de estado militar-fascista y genocida de julio de 1936, cuestionando, además, directamente la credibilidad del declarado andalucismo del PP andaluz o al menos de Moreno Bonilla.

El incidente debería dar pie a una reflexión sobre cual es la fuerza actual del andalucismo, que en modo alguno debe medirse solamente por los resultados electorales del partido o partidos que se han presentado hasta ahora, o se presenten en el futuro, a elecciones bajo este rótulo sin ser simples delegaciones o franquicias de partidos estatales. Desde hace tiempo, vengo defendiendo que el andalucismo es hoy una de las tres dimensiones que, por sólida convicción, por interés sobrevenido o por simple oportunismo, aseguran ocupar todos los partidos con la excepción de la ultraderecha. Hoy, todos se afirman feministas, ecologistas y andalucistas, aunque sus políticas reflejen poco o nada los contenidos de estas tres ideologías.

En lo que respecta al andalucismo político, más allá de la utilización de los símbolos en determinadas ocasiones, difícilmente pueden ser consideradas como formando parte de este las organizaciones y personas que no asuman la afirmación de Infante (que está inscrita en el monumento a este en el lugar donde fue fusilado): “Andalucía debe cumplir un ideal como realidad distinta y completa. Como unidad espiritual viva, consciente y libre”. Estas palabras, que pertenecen a Ideal Andaluz, la primera obra que publicó en 1915, refleja cómo, desde el primer momento de su actuación política pública, no consideraba a Andalucía como una simple “parte” de un todo exterior, sino como una realidad distinta y completa; por tanto, con los derechos culturales y políticos que ello conlleva. Lo que supone la existencia de un Pueblo con una identidad histórica, cultural y política propias, aunque ese Pueblo tenga una limitada conciencia de serlo por estar en una situación no solo de colonización económica y de subordinación política sino también de alienación cultural, por haber sido falseada su historia y desprestigiados o vampirizados sus referentes culturales. De aquí que el objetivo central del proyecto infantiano fuera activar esa conciencia de ser un Pueblo.

El indudable carácter soberanista de Infante se concretaba en un proyecto que tenía como horizonte la construcción de una Confederación Ibérica (o Estados Unidos de Iberia) libremente pactada por los diversos Pueblos-Naciones, Andalucía entre ellos. Un primer paso era la consecución de Autonomía política, algo que ya existe hoy, pero con un nivel muy limitado e insuficiente, como consideran más de un 31% de nuestros ciudadanos según una reciente encuesta del propio Centra. Nada de esto era, ni será, posible sin desarrollar la conciencia de Pueblo y sin partir de que los gravísimos problemas de Andalucía, incluidas sus desigualdades internas, es preciso enmarcarlos en el papel que se nos ha impuesto de colonia interna del Estado Español, y hoy también de la Unión Europea, que es preciso superar. Los partidos políticos y otras entidades que se definan andalucistas no pueden ser considerados sino como instrumentos para este fin y valorados en relación a cuál sea su aportación al avance de esa conciencia. Si no tienen este objetivo central, todo lo más serán fotocopias verdiblanquecidas de partidos o entidades estatales. Y ya se sabe que, cuando se trata de elegir, suele preferirse el original a las copias. El desde dónde la mirada –desde dónde se hacen los análisis– es una cuestión clave. Y también cómo se construyen los instrumentos. Tras los dos recientes fracasos electorales de Adelante, esta doble cuestión me parece central en la reflexión necesaria que deberíamos hacer todos los andalucistas.

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