Pedro Romero Zarco

Árboles, mejor conservar que talar

La tribuna

Árboles, mejor conservar que talar
Árboles, mejor conservar que talar / Rosell

27 de julio 2018 - 02:30

Somos un grupo de biólogos, catedráticos y profesores titulares, tanto de Universidad como de Enseñanza Secundaria, investigadores de Doñana y con otras actividades públicas y privadas. Deseamos exponer una serie de aspectos relacionados con el desarrollo y mantenimiento del arbolado en zonas urbanas. Nuestra intención es exclusivamente científica y pretendemos, simplemente, concienciar a la población de la importancia de tan sólo un árbol, como portador de vida propia y de sustento de otros seres vivos, constituyendo un microecosistema.

Es evidente que la conservación del arbolado se realiza, en muchos casos, de forma deficiente. Su poda se retrasa hasta abril y mayo, cuando la mayoría de las especies, platanáceas, melias, catalpas, etc., comienzan a revitalizarse y rebrotar, resultando estas podas excesivas y extemporáneas un impedimento para el buen desarrollo posterior del árbol y de los huevos y crías que muchos albergan ya en sus nidos. La tala de ejemplares recuperables es otra actuación no solo innecesaria sino dramática,

Es necesario considerar que un árbol es portador de otras formas de vida, sobre todo animales, que dependen para sobrevivir y criar del buen estado de su soporte vital. Fijémonos, por ejemplo, en los nidos de gorriones, mirlos, tórtolas y otras aves que pueden cobijar, y también de mamíferos, como el nóctulo grande, el mayor murciélago de Europa que frecuenta algunos parques urbanos de Andalucía y otras zonas de España.

El nóctulo grande, Nyctalus lasiopterus, presenta actualmente sus principales colonias en el Parque de María Luisa de Sevilla, en el Zoobotánico de Jerez y en el Parque N. de Doñana. También se encuentran, pero en colonias muy reducidas, en otras zonas de la Península. La mayor colonia, tanto de España como de Europa, y una de las mayores del mundo, es la del Parque de María Luisa de Sevilla, anidando en Platanáceas maduras con oquedades apropiadas, mientras que en Jerez se detectan, principalmente, en palmeras del tipo Washingtonia robusta. Estas colonias usan como cazaderos el Parque Nacional de Doñana y se alimentan de insectos grandes y aves pequeñas que cazan en vuelo.

Si antes de las talas y podas no se realiza un estudio adecuado para intentar salvar el mayor número posible de árboles, nóctulos, aves y otras especies, el resultado será catastrófico, desde el punto de vista ecológico. Se han llevado a cabo en el Parque de María Luisa talas de eucaliptos rojos centenarios, plantados por Forestier en 1912. Otro ejemplo emblemático fue la desaparición hace años, seguramente por una tala improcedente, de un pacano, Carya illinoinensis, en el Real. Alcázar de Sevilla, árbol pintado por Sorolla a principios del siglo XX. Este ejemplar contenía la mayor colonia de Europa de este nóctulo, eliminado entonces de este singular emplazamiento.

Los árboles y el resto de seres que cobijan tienen un derecho inherente a vivir el mayor tiempo posible. Los Derechos del árbol son alegatos escritos en su defensa, y se pueden resumir en proporcionar y asegurar todas las condiciones apropiadas para una vida digna.

La plantación, su tutorado y demás cuidados hasta el establecimiento de un árbol es un proceso largo y costoso. La tala de uno de ellos tiene un costo aproximado de 20 euros, mientras que su poda y mantenimientos necesarios es el cuádruple o más. Esto influye decisivamente en muchas de las empresas privadas intervinientes que, al final, solo buscan réditos monetarios. En muchas localidades se oyen protestas de particulares o de organizaciones y asociaciones vecinales que denuncian el deterioro de estas actuaciones: Córdoba, Badajoz, Sevilla, Cádiz, Jerez, Málaga, Huelva, Granada, Pamplona, Cáceres, Madrid y muchas otras...

Estas prácticas perniciosas descritas repercuten negativamente en los valores paisajísticos, limpieza del aire, sombras y otros muchos servicios que nos proporcionan estos seres maravillosos, presentes en nuestro planeta muchísimos años antes que nosotros, a lo largo del proceso de evolución de la vida sobre la tierra. Un árbol, como cualquier otra planta, es un ser vivo que no se puede manipular, mutilar, maltratar y matar al antojo. No es de usar y tirar. Abogamos, consecuentemente, por una sensibilización a todos los niveles en el trato de estos magníficos seres, que tantos beneficios nos aportan y que nos exigen tan poco. Sólo un aporte desprendido de cariño, paciencia y consideración.

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