Editorial
La añoranza del consenso
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Desde su fundación durante el franquismo, RTVE ha sido una herramienta fundamental para la vertebración de España, pero también un instrumento de manipulación política en manos del partido gobernante. Quizás con la excepción del presidente Rodríguez Zapatero, todos los gobiernos, tanto socialistas como populares, han usado un ente que pertenece a todos los ciudadanos como un cortijo privado a cuyo frente colocan a sus adeptos para atar bien su control. Aunque ya no estamos en los tiempos del presidente Adolfo Suárez, en los que la influencia de TVE, debido a su monopolio, era enorme, la televisión del Estado sigue siendo el campo de batalla entre unos profesionales que intentan hacer su labor de una manera independiente y una clase política que la considera una parcela más en el reparto del poder. Las cosas con el presidente Sánchez no han cambiado demasiado y ver algunos programas de TVE en la actualidad producen sonrojo por su acentuado sectarismo político. Igual se podría decir de la televisión autonómica andaluza, Canal Sur, que pese al cambio de Gobierno sigue con un modelo al que le preocupa más beneficiar a los partidos en el poder que servir a los ciudadanos, sus verdaderos propietarios. Ayer, en el Congreso de los Diputados, juraron sus cargos el nuevo presidente de RTVE, José Manuel Pérez Tornero, y los consejeros, cuyos nombramientos han vuelto a responder a un cambalache político. Durante el discurso que les dirigió la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, les animó a garantizar el derecho de la sociedad a una información "rigurosa y veraz" e hizo un llamamiento para que el ente público fuese "independiente, plural y profesional". Son buenas palabras, no cabe duda, pero mucho tendrán que cambiar las cosas para que se hagan realidad. Es muy dudoso que este Gobierno esté dispuesto a renunciar a un arma de propaganda política tan poderosa. Mientras tanto, los ciudadanos tendrán que resignarse a sufragar con sus impuestos una RTVE que sigue estando muy lejos de modelos democráticos como la BBC británica.
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