Editorial
Crecimiento andaluz robusto
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Apenas unas horas después de aprovechar un acto en honor de Blas Infante para volver a pedir al Gobierno central un nuevo modelo de financiación que acabe con la precariedad de fondos estatales para Andalucía, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, no quiso dejar de aprovechar el debate de sobre la comunidad para exigir al mismo Ejecutivo un 18% de los 72.000 millones de euros que la Unión Europea destinará a España dentro del fondo de recuperación de la pandemia, los llamados Next Generation. Moreno no hace esta reivindicación en el vacío, ya que dicho porcentaje corresponde al peso demográfico de Andalucía en España. De hecho, la nueva cifra exigida por el presidente popular es una importante rebaja de aquel 32% que pidió -junto al Parlamento andaluz- en agosto de 2020 y en los que aplicaba, además del criterio de población -que ahora mantiene-, otros como el PIB per cápita y el paro. El 18% es lo mínimo que el Gobierno de Sánchez puede destinar a Andalucía y en ningún caso se podría tolerar que otras regiones con menor población consigan más fondos. En especial habrá que estar muy atentos para que el presidente del Gobierno no aproveche esta lluvia de dinero comunitario para favorecer a las comunidades en manos de partidos que lo apoyan en el Congreso de los Diputados, o para seguir adelante con su política de apaciguamiento en Cataluña. Sánchez ha demostrado ya en no pocas ocasiones que es capaz de supeditar el interés general para mantenerse en La Moncloa. Los fondos del plan de recuperación van a ser una oportunidad de oro para avanzar hacia una economía más eficaz y competitiva, con especial hincapié en la descarbonización, la sostenibilidad y la digitalización. Andalucía no puede tolerar que se le margine en el reparto de estos fondos. También, como dijimos en su día, el Gobierno debe destinar una parte de los mismos para que sean gestionados por las administraciones autonómicas. Son estas las que mejor conocen las realidades de sus territorios. No se puede presumir continuamente de "federalizante" y luego actuar como centralista.
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