Editorial
Nuevo gobierno europeo
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Los ciudadanos tuvimos que volver asistir avergonzados ayer al arranque de la XIV Legislatura. Por lo observado, ya se ha convertido en una desagradable costumbre que un número no desdeñable de diputados, tanto a la derecha como a la izquierda, aprovechen la ceremonia de acatamiento de la Constitución para dar rienda suelta a sus sentimientos o para dar al conjunto de los españoles un pequeño mitin. Así, hubo diputados que, en vez de limitarse a prometer o jurar lacónicamente, como indicaba la solemnidad del acto, colocaron sus coletillas: "por los derechos humanos", "España", "las trece rosas" o "para exigir el equilibrio territorial recogido en los artículos 138 y 139 y evitar que tengamos una España vaciada y una desarrollada". Todo esto puede parecer un poco pintoresco, pero otros representantes, los vinculados a los diferentes independentismos que proliferan en el país, aprovecharon también para mentir descaradamente al hablar de "presos políticos" (en referencia a los condenados por sedición y malversación por su participación en el procés) o directamente le faltaron al respeto a la sede de la soberanía nacional al hablar del "mandato del 1-O" o de "una Navarra soberana y una Euskal Herria libre". Puede ser que, como dijo la presidenta del Congreso, la socialista Meritxell Batet, estas fórmulas no sean inconstitucionales, pero no hay duda de que sí son absolutamente inapropiadas -cuando no insidiosas- y que, por tanto, no estaría de más que la máxima autoridad del Parlamento impusiese un poco de respeto tanto a la Cámara como al conjunto de los ciudadanos, que no tienen por qué aguantar este tipo de espectáculos del todo innecesarios. Lo mismo se le puede reprochar la nueva presidenta del Senado, Pilar Llop, quien dejó que la Cámara Alta se convirtiese también en el escenario de un sainete cuyo guión fue escrito por los enemigos de nuestra democracia. Tanto la portavoz del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, como la de Ciudadanos, Inés Arrimadas, acertaron al denunciar esta situación grotesca.
A nadie se le escapa la gravedad del momento por el que atraviesa nuestro país, pese a lo cual los políticos siguen entregados a la gesticulación y a ejercicios de frivolidad política como al que asistimos ayer tanto en el Congreso como en el Senado. Sería deseable un poco de más seriedad por parte de los diputados, aunque sólo fuese por mantener las apariencias.
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