Editorial
Un mes después, Valencia sigue en el barro
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Toca armarse de paciencia y disciplina entre la población porque, como ya dejara entrever el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, el Gobierno confirmó ayer que prolongará otros 15 días el estado de alarma por el coronavirus. La decisión se aprobará mañana en el Congreso de los Diputados. El propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, trasladó ayer la prórroga a los presidentes autonómicos y también insistió en que lo peor, el pico más alto de contagios, aún está por llegar. En este contexto, los presidentes de las autonomías le hicieron ver que los hospitales, en muchos casos, están al límite, y que siguen sin llegar los equipos de protección a todos los hospitales. El elevado porcentaje de sanitarios contagiados deja a las claras que aún no están lo suficientemente protegidos, lo que ayuda a extender la angustia, sobre todo, entre aquellos profesionales que no saben si están afectados por el virus. Por todo ello, la distribución de los test rápidos que han comenzado a llegar a las comunidades será clave para frenar la propagación del virus.
Entretanto, la medida más comprometida del decreto de estado de alarma es el confinamiento de toda la población española. Y si bien es cierto que la sociedad, salvo lamentables excepciones, ha dado una lección de disciplina y saber estar admirable, no lo es menos que toca prepararse para resistir sin tener muy claro el horizonte. Por las palabras de Sánchez, que apeló ayer nuevamente a la responsabilidad cívica de todos, cabe confiar en que a finales de esta semana se alcance el pico en el número de contagios, pero ninguna autoridad lo puede asegurar con fundamento.
Los centros hospitalarios se están preparando en tiempo récord para el peor de los escenarios posibles, tratando de que el virus no colapse, sobre todo, los puestos de Urgencias y las Unidades de Cuidados Intensivos. Cuando en estos servicios se sumen los nuevos casos más graves que sigan llegando a los pacientes que aún no hayan abandonado la UCI, será cuando nuestros hospitales se sometan a la mayor prueba de fuego. Si, para entonces, el Gobierno no logra proteger a los sanitarios con test masivos y los equipos básicos de protección, de poco servirá la contratación de nuevos profesionales y el aumento del número de camas.
Por fortuna, la propagación del virus ha perdido algo de fuerza en Andalucía, a la vista de los contagios registrados en las últimas 48 horas. Seguimos como una de las comunidades con menos índice de afectados, y esto indica que el sacrificio de la sociedad y nuestros sanitarios está dando frutos. Pero no conviene confiarse si queremos aplanar la curva exponencial de la pandemia, porque la lucha aún continúa.
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