El PSC insiste en la falsa plurinacionalidad

Editorial

La deslealtad de los nacionalistas demuestra que no buscan espacios comunes, sino concesiones con fecha de caducidad

26 de noviembre 2019 - 02:32

España es una de las naciones más antiguas del continente europeo. A pesar del pesimismo secular de generaciones de intelectuales que, recurrentemente, se cuestionan por la naturaleza del país, basta con que preguntásemos a nuestros vecinos para solventar estas dudas existencialistas. España es Estado y es nación, no es ni la antigua Yugoslavia ni la actual Bolivia ni el Reino Unido. Basta recordar que la unión entre Inglaterra y Escocia se sustenta en un tratado (internacional), no en una Constitución escrita. El PSC, que es el partido en el que el PSOE deja su representación en Cataluña, vuelve a llevar al congreso que se celebrará a mediados de diciembre la defensa de esa comunidad como una nación y la de España como un Estado plurinacional. Es cierto que el PSC siempre defendió el concepto nacional de Cataluña, pero la inclusión de la plurinacionalidad es un concepto introducido en el último lustro y que, de modo incomprensible, fue acogido por el PSOE en su último congreso federal, el 39º. Lo hizo con un argumento falso, pues apostaba por desarrollar el concepto de plurinacionalidad que se recoge en el artículo 2 de la Constitución. Nada más lejos de ello: España es una nación jurídica, política y cultural que se compone de nacionalidades y regiones. Estas dos definiciones están cargadas de contenido. La inclusión de este concepto en el 39º Congreso fue una imposición del PSC en sus apoyos a Pedro Sánchez como secretario general y, ahora, los socialistas catalanes vuelven a remarcarlo, justo cuando está a punto de comenzar una peligrosa negociación con ERC. Se podría discutir si Cataluña es también una nación cultural en el sentido de contar con un idioma propio, pero la realidad indica que el español y el catalán fueron las dos lenguas de la comunidad, que no hubo dos comunidades distintas, sino una y bilingüe, y que el sentimiento español también es el mayoritario en un importante sector de su población, que ha sido silenciado durante cuatro décadas. Además, la deslealtad mostrada por los partidos nacionalistas catalanes con la Constitución indica que no buscan espacios comunes, sino que toda concesión que se les haga será considerada caduca al cabo de los años. Es del todo rechazable que el PSOE, uno de los dos partidos vertebrales de España, considere a ésta lo que no es: una conjunción de singularidades. Sí cabe subrayar como positivo que el PSC discuta la inmersión lingüística, que proponga la renovación del modelo propagandístico de TV3 y que haya olvidado la reclamación del principio de ordinalidad en la financiación.

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