Médicos para el verano

Editorial

Los principales actores rehúyen la responsabilidad ante el déficit que se registrará. Las comunidades culpan al Gobierno y el Ministerio elude el problema

17 de junio 2024 - 01:00

La reunión el viernes del Consejo Interterritorial en el Ministerio de Sanidad, la segunda en apenas diez días, terminó con una fuerte decepción, al menos para los consejeros de las comunidades gobernadas por el PP. Una veintena de puntos en el orden del día, pero no se abordó la falta de médicos para este verano y los graves problemas de desatención que se pueden producir en los centros de salud. Algunos abocados incluso al cierre temporal. La ministra Mónica García consideró que sería incumplir la normativa la petición para que los médicos que acaban en septiembre el MIR pudieran incorporarse ahora a pequeños hospitales y Atención Primaria bajo la supervisión de un especialista. En el caso de Andalucía, la medida supondría el fichaje de 369 futuros facultativos. La consejera Catalina García ya avisó hace unos días de que el SAS contará con un “16% menos” de plantilla durante la temporada estival y auguró graves problemas. La realidad oficial son 500 cupos de médicos de familia que no están cubiertos, 489 profesionales que se jubilarán durante este año y más de 5.200 con derecho a disfrutar de sus vacaciones. Lamentablemente, la sanidad se ha convertido en un elemento más de la disputa partidista. Los principales actores rehúyen su responsabilidad. Las comunidades son las competentes en esta materia y, por tanto, las que deben buscar soluciones a los problemas. El verano es una estación que indefectiblemente llega puntualmente en la misma fecha. Andalucía, como otras regiones, traslada las culpas del déficit médico a la Administración central por el escaso atractivo de algunas plazas MIR o por su número insuficiente. Resulta desalentador que el Consejo Interterritorial se muestre incapaz de planificar las necesidades a medio plazo en un área tan sensible como ésta y de consensuar alternativas. Pero dar la voz de alerta cuando se ha desatado la tormenta y culpar al cielo no justifica el rumbo de navegación del barco.

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