Illa como síntoma

Editorial

En plena pandemia, Pedro Sánchez demuestra que siempre antepone su propio interés político al de España

03 de enero 2020 - 02:31

La designación del todavía ministro de Sanidad, Salvador Illa, como candidato del PSC en las elecciones catalanas del 14 de febrero próximo es un ejemplo palmario de cómo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, entiende las prioridades públicas. En plena segunda ola de la pandemia de Covid-19, con los ciudadanos sometidos a restricciones en sus derechos fundamentales en aras de la salud pública, el titular del departamento que debe coordinar la lucha contra el coronavirus en todo el país dará una espantada para ser cartel electoral socialista en Cataluña. Illa es el segundo ministro mejor valorado del Gabinete, por detrás de Nadia Calviño, pese a la deficiente gestión de la pandemia. Porque ni el virus está derrotado -ni en verano, cuando lo dijo pomposamente Sánchez, ni mucho menos ahora-, ni la pandemia está ya controlada, por más que se haya iniciado la vacunación masiva de la población con el objetivo de lograr en el primer semestre del recién estrenado 2021 la inmunidad de grupo, una vez que el 70% de la población esté protegida contra el contagio de la enfermedad, que ha causado ya al menos 50.000 muertos (sólo atendiendo a las cifras oficiales, y no a las de aumento de mortalidad, que son aún mayores). Y en vez de encomendar a Illa, que aún no ha dimitido, que termine la tarea -muy discutible a la vista de la tardía e improvisada reacción del Gobierno en la primera ola y la dejación de funciones en la segunda ola, que ha provocado el caos de 17 gestiones distintas-, el presidente Sánchez ha decidido aprovecharse de la esperanza de la vacunación para lanzar a su ministro a la arena electoral, en una comunidad que es especialmente relevante para la gobernanza de España, dados los socios parlamentarios en los que se apoya para ejercer el Poder Ejecutivo. Sencillamente es una muestra más -y de las más evidentes- de que Pedro Sánchez siempre antepone su propio interés político al interés general de España.

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