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Uno de los grandes desafíos a los que se enfrenta el nuevo Gobierno andaluz viene de tiempo atrás: es la falta de profesionales de la medicina en los hospitales y centros de salud. Los recortes durante la crisis hicieron mella y cuando se ha reaccionado, incluso con más presupuesto, el problema está en la dificultad para encontrar a esos especialistas, como denuncian los propios jefes de unidad y se ha comprobado tras la reciente convocatoria de más de 3.600 plazas por parte del SAS. La falta de expertos en pediatría, familia, anestesia y traumatología es más que preocupante. El consejero de Salud, Jesús Aguirre, ha dejado entrever sus planes para revertir la situación. Para evitar "la fuga de batas blancas" reclamará al Ministerio de Sanidad un MIR extraordinario para paliar la grave carencia de médicos, que también es latente en el resto de España.
Pero lo primero que hay que hacer es preguntarse por qué muchos facultativos se marchan fuera hartos de reivindicar, incluso con protestas masivas que de muy poco o nada han servido. La sobrecarga asistencial, la disminución de recursos y la degradación de las condiciones en las que muchos se ven forzados a ejercer apuntan al origen del problema, pero no son los únicos síntomas. La situación es tan desesperada que en regiones como Castilla y León se sopesó contratar a médicos sin el MIR, lo que provocó el rechazo de todas las partes afectadas.
Los exámenes del MIR, celebrados precisamente ayer, con 1.250 plazas de residentes para Andalucía, suponen una buena noticia, pero para cubrir las necesidades hay mucho que hacer antes de que el problema se cronifique. El propio consejero recordó que en los hospitales andaluces hay más capacidad de formación para aumentar el volumen de profesionales, y prometió que ofrecerá contratos de larga duración a la vez que se tenderá a la equiparación salarial para evitar la fuga e invitar a volver a los que se marcharon. Confiemos en que el tratamiento no llegue demasiado tarde.
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