Editorial
Rey, hombre de Estado y sentido común
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Era este pasado fin de semana un test importante para ver hasta qué punto los ciudadanos habíamos comprendido lo mucho que nos jugamos cada vez que las autoridades suavizan las restricciones por la pandemia del coronavirus. Y el resultado no ha sido muy alentador. Sólo había que darse una vuelta por las principales calles de algunas ciudades para caer en la cuenta de que no se estaban respetando las más elementales indicaciones sanitarias: grupos muy superiores a seis personas, veladores sin apenas separación entre mesas y sin respetar los aforos, fiestas en pisos y locales... La responsabilidad, hay que decirlo muy claramente, es de los ciudadanos, porque la Junta de Andalucía, en esta cuestión, hizo lo que tenía que hacer: aprovechar la evidente mejora de las cifras del coronavirus para relajar las medidas y así intentar activar algo la economía y permitir a los andaluces un cierto respiro. Sin embargo, lejos de disfrutar la nueva situación con responsabilidad, una parte de la población decidió ignorar una vez más las restricciones sin reparar en las funestas consecuencias que su actitud le puede acarrear al conjunto de la sociedad. Todo ha recordado demasiado a las pasadas vacaciones navideñas, cuando una excesiva confianza nos llevó a una tercera ola que volvió a colocarnos al borde del abismo. Todos debemos ser muy conscientes de que, pese a que es evidente que las cifras del coronavirus han mejorado considerablemente -en gran parte por las restricciones-, el Covid-19 sigue siendo una amenaza de primera magnitud, y lo será hasta que al menos el 70% de la población esté vacunada, algo que, por mucho que se diga, no sabemos cuándo será. Asimismo, las noticias científicas apuntan al surgimiento de nuevas cepas del virus que podrían provocar una nueva ola que sería muy dañina para una sociedad que lleva ya un año sometida a un estrés sanitario y económico de primera magnitud. Una vez más hay que hacer un llamamiento a la sensatez y la responsabilidad. El coronavirus todavía está muy lejos de ser derrotado. No hay que olvidarlo en ningún momento.
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