Editorial
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La oposición, cuya principal misión es el control parlamentario del Gobierno, es una de las piezas fundamentales en una democracia, de ahí la importancia de que funcione con seriedad y solvencia. El líder de la oposición debe demostrar no pocas virtudes políticas, entre las que destaca saber distinguir entre lo que es materia de lucha partidaria y lo que no. Sobre todo, al jefe de la oposición hay que exigirle lo mismo que al jefe del Ejecutivo: que no caigan en excesos verbales y falsedades que puedan dañar la imagen de España o al propio sistema democrático. Todo esto se le olvidó al presidente del PP y actual líder de la oposición, Pablo Casado, cuando recientemente declaró tajantemente en una entrevista que "España está quebrada". Las palabras de Casado no sólo suponen una falsedad -porque España no está quebrada-, sino que dañan claramente la imagen de nuestro país en unos momentos muy complicados y sirve de munición a sus enemigos, tanto internos como externos. Ciertamente, la situación financiera de España no es fácil y la deuda pública ha subido considerablemente debido, principalmente, a la pandemia de coronavirus. En términos económicos, la afirmación de Casado implicaría que España no es capaz de hacer frente a sus pagos y obligaciones financieras. No es algo opinable, sino objetivo. Se está o no se está quebrado. Frente a las declaraciones de Casado la verdad es que España es solvente, y lo es porque asume y atiende todos sus compromisos. Las declaraciones del presidente del PP, por tanto, se colocan al filo del populismo, ya que usa una mentira que daña al prestigio del país para desgastar a su adversario político. Más cuando hay otros argumentos más razonables y ciertos con los que atacar la gestión de Sánchez, muy criticable en muchos aspectos. Actualmente, nuestra deuda se sitúa en el 122% del PIB, lo que ya de por sí es altamente preocupante, y es cierto que sin la ayuda del Banco Central Europeo nos encontraríamos en un aprieto importante. Con resaltar esta situación, Casado habría cumplido su papel de líder de la oposición. Sin embargo, optó por una falsedad que sólo consigue restarle credibilidad y respeto como político.
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