Editorial
Hay que darse mucha más prisa
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La revolución digital en la que estamos inmersos trae consigo muchas oportunidades, pero también muchas amenazas. A los delitos tradicionales, en los últimos tiempos hemos visto cómo se han ido sumando otros de tipo tecnológico que ya están causando estragos. No nos referimos sólo -aunque también- a los masivos ataques informáticos que sufren las estructuras del Estado o las grandes empresas, que suelen estar relacionados con la defensa y la seguridad nacional, sino también a los delitos vía informática contra las pequeñas y medianas empresas y los particulares. Este problema es algo que nos afecta de pleno. Según los datos del Ministerio del Interior dados a conocer durante la Jornada Empresarial La Ciberseguridad en la Empresa, que se celebró ayer en Sevilla, Andalucía se sitúa a la cabeza de los ciberataques en España, seguida por Madrid y Valencia. Esto, evidentemente, está delatando una brecha -otra más- que debemos apresurarnos a taponar cuanto antes, tanto con planes impulsados desde las administraciones públicas como con la concienciación de las empresas privadas y de los usuarios personales. Un ordenador conectado a internet no deja de ser una puerta abierta al exterior por la que se pueden introducir en nuestro negocio o domicilio todo tipo de amenazas de las que hay que aprender a protegerse.
Como bien señalan los expertos y técnicos en la materia, entre ellos los del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), es muy importante que los procesos de transformación digital que ahora se están implementando en la práctica totalidad de las empresas cuenten con un plan de ciberseguridad que, entre otras muchas cosas, contemple las inversiones necesarias en material y personal para evitar ser víctima de ataques y delitos informáticos. En una economía global e interconectada como la que nos ha tocado vivir ya no es posible -y tampoco deseable- la desconexión de nuestras empresas y domicilios. Por tanto, se trata de incorporar a nuestra cultura de seguridad el conocimiento de las amenazas cibernéticas y los recursos materiales para preverlas, detectarlas y evitarlas. Nos jugamos mucho en ello.
En este sentido, también es importante realizar una amplia labor pedagógica para que todos comprendamos el reto al que nos enfrentamos. Es aquí donde las administraciones deben tener un papel decisivo.
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