Editorial
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Las negociaciones que delegaciones de España y Reino Unido vienen manteniendo para acabar de detallar la aplicación del Tratado Fiscal y de los tres memorandos de entendimiento sobre Gibraltar, una vez que se active de forma práctica el Brexit el próximo 1 de enero, están dejando en evidencia la buena voluntad de ambas partes por cerrar un compromiso del que debe surgir un nuevo y mejor escenario que el existente en la actualidad. Nuestro país, tras lograr en el seno de la Unión Europea el derecho de veto sobre cualquier acuerdo entre los Veintisiete y Londres que considere perjudicial para sus intereses, se propone poner fin a la condición de paraíso fiscal del Peñón y dar así paso a lo que se ha venido a llamar un "espacio de prosperidad compartida" a ambos lados de la Verja. La meta es acabar tanto con la opacidad de las operaciones financieras que se llevan a cabo en la Roca como con la situación de empobrecimiento social y económico que sufren muchas áreas del Campo de Gibraltar, especialmente La Línea de la Concepción. Esto último viene derivado en buena medida del dumping fiscal que permiten las autoridades yanitas, pero también de la dejación de funciones del conjunto de las administraciones públicas españolas con una comarca privilegiada geográficamente, pero que sufre en primera línea una enorme presión migratoria y la acción de las redes criminales del hachís. Por todo ello, en las citadas negociaciones debe tenerse en cuenta el interés de las personas, garantizando, en primer lugar, que los españoles que trabajan en Gibraltar -en torno a 14.000, en un cálculo estimativo- puedan seguir haciéndolo con normalidad y, de paso, con los mismos derechos que la población local. Las autoridades del Peñón, en paralelo y de acuerdo con el citado tratado y los memorandos, tienen también que mejorar su transparencia y su lucha contra el blanqueo de capitales -tal cual le instó en febrero pasado el Consejo de Europa- y dar pasos decididos en contra del contrabando de tabaco y en favor de la colaboración policial y aduanera, así como de la protección del medio ambiente. Esos son los mimbres para construir una buena vecindad.
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