Luis Felipe Benítez Roldán 

Tierra bien drenada y fértil

Puerta principal del colegio  Tabladilla.
Puerta principal del colegio Tabladilla. / D. S.

16 de enero 2025 - 11:33

Mi amigo quería sembrar un naranjo en su jardín. Teníamos un amigo en común que le gustaba mucho el campo. Le llamábamos cariñosamente el "labrador". Le llamó y le pidió los consejos adecuados para realizar la labor de labranza.

"Los primeros años son esenciales - le comenzó a decir- Y siguió dándole las claves necesarias para una buena plantación, empezando por las características que debiera tener la tierra (bien drenada y fértil) y la forma de proceder al efecto: cavar un hoyo el doble del tamaño que su cepellón, añadir algunas piedras sobre el fondo del agujero, humedecer las raíces mientras se recortan las más largas, clavar una estaca entre las raíces para sujetarlo, añadir tierra y regar hasta que esté suficientemente húmedo y por último, atar y fijar bien las estacas".

Y así lo hizo. Al cabo de los años se encontró con un precioso naranjo bien enraizado en la tierra, que da unas naranjas buenísimas, de lo que doy fe todos los años en tiempos de Navidad.

Tabladilla es un colegio de renombre, bien asentado en Sevilla, con gran prestigio y fama en nuestra ciudad. Es verdad que actualmente tiene una gran plantilla que trabaja de forma encomiable para conseguir el nivel de reconocimiento que posee. Pero, al igual que el naranjo - que seguro mi amigo lo regará convenientemente y le hará su recolección en el momento debido y demás cuidados necesarios -, creció con fuerza gracias a las perfectas labores realizadas en sus primeros momentos de vida, el colegio Tabladilla es lo que es en la actualidad, gracias a los trabajos incansables de tantos padres, profesores, sacerdotes, personal no docente y alumnos que le dieron vida en sus primeros años de existencia.

Y todo ese trabajo bien hecho englobado en un ambiente de verdadera amistad entre todos los componentes de lo que fue la familia Tabladilla.

Podríamos escribir sobre tantos y tantos profesionales de la enseñanza que, junto a muchos padres comprometidos con la educación de sus hijos, dieron en aquellos primeros años de la década de los setenta, su vida por el colegio y para el mayor esplendor y beneficio de los millares de niños, jóvenes y adolescentes que comenzaron su vida en un entorno de formación tanto docente como humano y cristiano.

Supieron ser la tierra adecuada, el hueco hondo para introducir el cepellón, el agua suficiente y generosa, las piedras en el suelo y las estacas bien atadas que fijaron con fuerza las raíces de aquel incipiente centro educativo, que fue creciendo con verdadera frondosidad y ha ido dando tantos espléndidos y maravillosos frutos, que son toda esa buena gente que cuando nos ven y nos saludan a los "más viejos del lugar", anteponiendo siempre el "don" a nuestro nombre y nos dicen con una sonrisa en sus labios: "¡Qué buenos tiempos aquellos!"

Ha sido un enorme honor haber podido trabajar con todos ellos. Tabladilla nunca podrá agradecer suficientemente la desinteresada dedicación de cada uno. Sí, fueron la tierra bien drenada y fértil en dónde se enraizó con consistencia y fortaleza nuestro querido colegio Tabladilla.

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