De nuevo el Juzgado de Cazalla
De nuevo el Juzgado de Cazalla
El autor denuncia una carencia clave en la oficina judicial: el ascensor que permite a muchos ciudadanos salvar las escaleras
Muchas páginas de prensa ha merecido ya el Juzgado de Cazalla y ciertamente no lo ha sido por fluidez en sus tramitaciones, algo que, al parecer, es general en esta nuestra España; se denunciaron en su momento deficiencias materiales en la antigua sede del magnífico caserón de la Plaza Mayor, hoy cerrado a cal y canto, sin uso alguno a pesar de su privilegiado entorno y de informes técnicos favorables sobre su posible rehabilitación. Como en otras ocasiones, en lugar de su reforma se optó por el traslado de la ahora llamada oficina judicial a un nuevo emplazamiento en un antiguo colegio en parte adaptado a los nuevos fines y en cuyo estrecho y prolongado pasillo sufrimos hoy las esperas los profesionales y los pacientes ciudadanos que, citados a una hora, hemos de permanecer allí a veces toda la mañana. Es indudable que la tardanza se debe a la falta de personal, hecho por demás expresamente reconocido por una reciente inspección que ha dictaminado que son necesarios, al menos, dos funcionarios de apoyo, pero que, según la correspondiente instancia, no hay presupuesto para enviarlos. Falta personal y faltan medios. Y es este un partido judicial que comprende nueve pueblos, aproximadamente treinta o cuarenta mil habitantes, con distancias a algunos de esos pueblos de cincuenta kilómetros de enredadas carreteras.
Además de todo lo anterior, se ha de concretar que la sede judicial se encuentra en la primera planta de ese adaptado edificio, llegándose a ella por una escalera de veintisiete peldaños y un ascensor. Lo obligado en unas oficinas públicas a la que han de concurrir muchos ciudadanos, algunos con determinadas carencias físicas -entre otros el que escribe-. Pues bien, desde el mes de diciembre en la puerta del ascensor hay un cartel que expone: “Trabajos de mantenimiento. En breve estará disponible. Disculpen las molestias. TK Electro. Trabajamos por su seguridad y la de los suyos”. Recabada información personal se nos dice que se está a la espera de un componente que han de enviar de Madrid. Al parecer en un mes nos ha sido posible ese envio. Y ahora no somos solo algunos sufridos ciudadanos y profesionales los que con más o menos dificultad hemos de subir escaleras, o no entrar. También lo padecen los funcionarios que han de bajar a la calle a recoger una firma o notificar algo a un vecino. Una pregunta ¿Sucedería algo así en el edificio, en las oficinas o, dependencias de una entidad privada? Para aquellos que viven alejados del mundo de los tribunales, esta noticia puede resultar chocante. Incluso, surrealista. Sin embargo, para los profesionales que tenemos una relación estrecha con la administración de justicia (abogados, jueces, procuradores...), esta anécdota no hace más que reflejar una realidad cotidiana y es la falta de medios básicos que sufren muchos de los órganos judiciales españoles. Hay una escasez endémica de medios materiales y de personal, asegura Teresa García Villanueva, jueza y vocal del Comité Nacional de Asociación Judicial Francisco de Vitoria. La situación, agrega, es peor en los juzgados que se encuentran en pequeños municipios. Los de primera línea, los de pueblo. Como el nuestro. ¡Cosas veredes, amigo Sancho! Vaticinó el ilustre manchego.
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