Cómo Vodafone engaña a incautos
El espíritu de la Transición
Muchos hemos tenido la suerte de ser educados en una familia donde se nos enseñó que a las personas hay que valorarlas por sus obras y no por sus ideas. Y escribo esto porque en los últimos años se ha impuesto valorar a las personas por sus ideas y no por sus obras. Así vemos, con perplejidad, cómo se homenajea a algunas personas cuya vida es lo contrario de ejemplar, y se condena al olvido a otros que hicieron mucho por los demás, pero con ideas consideradas actualmente como "políticamente incorrectas". Y los que conocimos la España de la Transición política, una época con cosas buenas y cosas malas, recordamos ese criterio que hubo entonces de aprovechar lo bueno, viniera de donde viniera, y conseguir que todos los españoles, independientemente de sus ideas, pudiéramos participar en la vida política. Eso es lo que hoy echamos de menos. Frente al irresponsablemente fomentado ambiente de crispación, división, enfrentamiento, odio y venganza, hemos de construir un ambiente de armonía, de diálogo, de entendimiento, de paz y de respeto, donde quepamos todos, y no sólo los "políticamente correctos", los del "pensamiento único".
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