Día Mundial del Síndrome de Down 2025
Día Mundial del Síndrome de Down 2025
"Queremos que su hija encuentre un entorno capaz de apoyarla y brindarle la oportunidad de éxito que realmente merece. Lamento informarle que sentimos que sus necesidades exceden lo que somos capaces de apoyar eficazmente a través de los servicios que ofrecemos."
Probablemente, la mayoría de madres y padres de niños con necesidades especiales han escuchado respuestas de este tipo. ¿Qué pensé cada vez que una escuela me dijo que las necesidades de mi hija exceden las competencias de la institución?
Estimado Señor Director,
Vivimos en una lotería genética. ¿Defiende usted que algunos niños deben estudiar en lo que considera un entorno ideal, mientras que otros no? ¿Cómo justifica separar a niños de apenas cinco años en función de sus competencias?
¿Cómo podrán los brillantes alumnos de su escuela de excelencia desarrollar empatía y trabajar por un mundo donde existan la inclusión y el respeto a la diversidad?
Como usted sabe, nacemos en una lotería genética, eso es un hecho. Pero lo que hacemos después de salir del vientre de nuestras madres es lo que realmente define el mundo que construiremos. Siendo así, ¿aquellos que más necesitan oportunidades para aprender son justamente los que no pueden estudiar en una "escuela de excelencia"? ¿O será que la lógica de la "meritocracia" le convence de que los más "inteligentes" y "exitosos" valen más?
Parto de la premisa de que usted desea formar niños que vean al otro –cualquier otro– como un igual. Si es así, ¿no sería esencial que su escuela aceptara la lotería genética en condiciones de igualdad, comprendiendo que esta diversidad es parte inherente de la naturaleza humana?
Como usted ya debe saber, investigaciones y experiencias de escuelas inclusivas demuestran que la convivencia con niños con discapacidad también beneficia a los alumnos sin discapacidad. Los niños que crecen en un entorno inclusivo se convierten en adultos con más recursos para desarrollar empatía, sentido de comunidad y respeto por la diversidad.
Entonces, ¿por qué su escuela elige la segregación con el argumento de que, por ser una escuela de excelencia, no puede acoger a cualquier niño de cinco años? Cuando usted menciona la "oportunidad de éxito" que mi hija (y cualquier niño con discapacidad intelectual) merece, imagino que se refiere a la importancia de una educación especializada. Pero usted debe comprender que la segregación impone un impacto profundo en el corazón de todos los niños, tengan o no una discapacidad.
Si usted cree que los más "fuertes, inteligentes y brillantes" en la lotería genética merecen su escuela de excelencia porque serán ellos los más aptos para mejorar nuestro planeta, entonces debe considerar que, para realmente generar un impacto positivo en la colectividad, también necesitan desarrollar empatía. Al separar a niños con y sin discapacidad, su escuela –aunque sin intención– refuerza la idea de que hay seres humanos superiores e inferiores. Y, al aislar a los más brillantes, les hace creer que sus logros son fruto del mérito individual, ignorando los privilegios que les fueron concedidos.
Si todos nosotros –ocupando diferentes posiciones en esta lotería genética– merecemos una vida digna mientras estamos en la Tierra, ¿cómo fomentar en su escuela de excelencia la construcción de la igualdad entre todos los seres humanos?
Lo que me consuela es ver que la historia avanza, aunque lentamente, hacia cambios irreversibles. La esclavitud terminó, pero el racismo persiste. El proceso es largo y lento. La lucha contra cualquier tipo de segregación continúa y, algún día, será solo un vestigio vergonzoso del pasado. El racismo, el capacitismo, el machismo, la homofobia y todos los prejuicios contra el otro que nace o vive de manera diferente a la nuestra pueden terminar si tenemos la oportunidad de convivir y conocer a ese otro.
Espero que, algún día, su escuela comprenda que todos somos imperfectos. Y que, a pesar de nuestras diferencias en la lotería genética, nacemos de la misma materia prima: amor, sueños y desafíos.
¿Quién sabe si podremos retomar esta conversación dentro de cien años?
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