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Adiós al Centro de Estudios Hespérides de Ciudad Jardín
Tras más de 25 años de actividad docente, el Centro de Estudios Hespérides en el Barrio de Ciudad Jardín echa definitivamente el cierre. Su director, Roberto Garcés García de Vinuesa, y todos los profesores y profesoras que por allí pasaron han trabajado durante estos años con alegría, compromiso y vocación con varias generaciones de niños y niñas, de adolescentes, de mayores, de padres y madres para conseguir allanarles el camino en las diferentes etapas educativas. Apoyo escolar, orientación, adaptaciones, recuperaciones, idiomas, refuerzos y toda una gama de servicios que en ocasiones traspasaba la barrera de lo profesional; dada la sintonía, la cercanía y la cordialidad en el trato con los alumnos: siendo este su sello de garantía y traduciéndose en buenos resultados. La Academia, como así nos gusta llamarla en casa, caminó durante estos lustros con la compañía de muchos de los centros educativos privados, concertados y públicos de la zona, cuyos maestros y profesores supieron valorar en positivo lo que la Academia podía contribuir en la educación de aquellos que lo necesitaran. Ni las innumerables leyes de educación de siglas ininteligibles pudieron con ella; ni las diferentes crisis económicas que afectaron a muchas familias precipitaron su cierre: las mensualidades y los pagos se congelaban lo que hiciera falta. Ni siquiera los desmanes legislativos que quitan y ponen exámenes y asignaturas pendientes un año aquí, otro año allá. Tampoco pudo con ella el régimen económico al que una pequeña empresa está sujeta hoy en día y que acaba sepultándola de burocracia e impuestos. Pudo la pandemia. Como con tantos negocios, como con tantas vidas. Pero no es una despedida triste. Nos acompañarán para siempre cientos de nombres y rostros que recordaremos, miles de anécdotas divertidas, alegrías y dramas familiares, que también los hubo. El orgullo de haber contribuido, aunque solo sea un poquito, a la formación de los que hoy son grandes trabajadores, estudiantes y profesionales. Gracias por la confianza. Miro a Roberto, y a tantos que se quedaron en el camino: miro, suspiro, respiro …y tarareo los versos de Miguel Hernández a los que Serrat puso música: "Porque soy como el árbol talado, que retoño/y aún tengo la vida". Pues eso: aún tenemos la vida.
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