Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Las trincheras de las dos Españas son más profundas cada semana. En la derecha, vemos a Miguel Tellado contando en la radio de Jiménez Losantos su estrategia: “Como diría el ex presidente Aznar, el que pueda hacer algo que lo haga, y nosotros lo estamos haciendo”. No concretó hasta dónde abarca ese nosotros. Aunque dio una pista: “Nuestra obligación es echar a Sánchez del Gobierno lo antes posible; lo vamos a hacer con todos los medios y si son judiciales, también”.
La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo ha acordado abrir una causa contra el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, por un presunto delito de revelación de secretos de un particular. El particular es el novio de Isabel Díaz Ayuso, que había admitido que defraudó a Hacienda y falseó documentos. Y los secretos son los correos que intercambiaron el fiscal del caso y el abogado defensor. Se intenta averiguar si García Ortiz los filtró a la prensa, después de que el jefe de gabinete de Ayuso lanzara el bulo de que la Fiscalía había propuesto un acuerdo al defraudador, cuando había sido al revés. El asunto debilita al fiscal general.
En la izquierda vemos al presidente del Gobierno, durante la campaña electoral de 2019 en Radio Nacional, prometiendo que traerá a España a Puigdemont para ser juzgado por sedición y malversación. Ante la duda de que pudiese, él le pregunta desafiante al periodista: “¿La Fiscalía de quién depende?”, Íñigo Alfonso le replica “¿del Gobierno?”, y Sánchez remata con un “¡pues ya está!”. Tras aquellas elecciones, la ministra de Justicia pasó a la Fiscalía General del Estado, ratificando esas palabras. Y dos años después, a Dolores Delgado la sustituyó su brazo derecho, García Ortiz, ahora en precario. Su fragilidad es producto de la ciega campaña del PP, pero también es secuela de los despropósitos del presidente en la materia.
En la clausura de los Juegos Olímpicos, Peret cantó una canción que decía “Barcelona es poderosa, Barcelona tiene poder”. 32 años después, la que es poderosa es Madrid. En su ensayo Madrid DF, el joven arquitecto Fernando Caballero plantea que la capital necesita superar los diez millones de habitantes y convertirse en una metrópolis para competir con otras ciudades globales como Londres o Miami. Puede llegar a acumular el 30% del PIB nacional, como París. Falta saber si eso beneficiará a España. Lo que sí agiganta es el poder de Ayuso. Casado la acusó de corrupción y duró tres días. Su jefe de gabinete miente sobre la evasión fiscal de su novio y acaba empapelado el fiscal general. Mientras Sánchez y Feijóo siguen en la guerra de desgaste, Ayuso disfruta su poder.
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