¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
El candidato que salga elegido el próximo domingo en las primarias del PSOE va a tener dos misiones tan delicadas como difíciles. La primera, dirigir la principal federación de su partido, la que aporta más militantes y la que debería tener una voz potente que se escuchara en toda España y que condicionara actuaciones del Gobierno. La segunda, nada más y nada menos que recuperar el poder en una región que había sido durante décadas el feudo de la izquierda y que de pronto se ha encontrado con un Gobierno de derechas con el que los andaluces parecen sentirse más cómodos de lo que nadie hubiese supuesto hace sólo dos años. Con estas cartas encima de la mesa resulta lamentable el nivel del debate que se está produciendo durante la campaña tanto por parte de Susana Díaz como de Juan Espadas. Luis Ángel Hierro juega en otra liga y hay que agradecerle su esfuerzo por representar una izquierda ortodoxa y posibilista al margen de la lucha fratricida que ahora mismo se desarrolla en el socialismo andaluz.
Que tanto Juan Espadas como Susana Díaz se hayan mantenido al margen durante toda la campaña de temas de tanta envergadura como el indulto a los condenados por sedición en Cataluña demuestra que aquí se ha ido a nadar y guardar la ropa y no a hablarle claro a los andaluces. A la todavía secretaria general se le supone una visión de la cohesión nacional que defendió con vehemencia en un pasado no demasiado lejano. Pero Juan Espadas es un absoluto desconocido más allá de las fronteras de Sevilla. Si aspira a que el socialismo andaluz tenga voz propia en temas estratégicos y que no sea una mera correa de transmisión de las consignas emanadas de la calle Ferraz, debería tomar riesgos. Aunque ello le supusiera un distanciamiento, siquiera momentáneo y parcial, con su mentor. En las comunidades autónomas donde el PSOE tiene un peso específico alto se han producido pronunciamientos de sus principales dirigentes. Que en Andalucía los que aspiran a liderar el partido no se atrevan a definirse demuestra cortedad de miras y carácter timorato. Para Juan Espadas, que tiene la obligación de darse a conocer y de mostrar perfil propio, es un lujo que no se debería permitir. Lo que le queda por delante si logra derrotar el domingo a Susana Díaz es un camino que va a estar plagado de dificultades. Verse reducido a una mera terminal de Pedro Sánchez en Andalucía no es la mejor tarjeta de visita ni para los militantes socialistas ni para los electores andaluces.
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